Durante muchos años al grito de “¡Que vienen los
chinos!” Occidente se asustaba y recordaba aquello del “peligro
amarillo” que a finales del siglo XIX pusieron de moda los
conservadores de Estados Unidos para alertar contra la inmigración
de chinos, y ya en el siglo XX se utilizaba en todo el mundo contra
el expansionismo japonés.
Hoy “¡Qué vienen los chinos!” es una
jaculatoria desiderativa. Agencias de viajes, líneas aéreas,
hoteles, vendedores de souvenirs y comerciantes en general están
deseando oirla y que los chinos vengan.
Ya lo hacen, pero parece que lo van a hacer en
mayor número. “Bienvenido Mr. Li”, “El rey mago de Oriente” y otros
títulos similares ha empleado la prensa nacional para tratar la
visita del viceprimer ministro chino, Li Keqiang, a nuestro país.
Durante dos días hemos sido la envidia de muchos
países a los que les gustaría que estos magos de Oriente también les
visitasen.
En dos jornadas de apretadísima agenda, este alto
mandatario chino, que parece que será el próximo primer ministro de
la segunda potencia mundial (poco antes de que pase a ser la
primera), ha dejado bien claro dos cosas: que China apuesta por
España en un momento en el que los mercados financieros miran a
nuestro país con recelo, y que Pekín está dispuesto a
incrementar el comercio con nosotros.
Para ello ha firmado 16 acuerdos comerciales por
valor de 5.650 millones de euros, y ha manifestado que está
dispuesto a comprar bonos de la deuda española por otros 6.000
millones de euros. Mejor regalo de Reyes, imposible.
Pero la delegación china también ha manifestado a
ABC por boca de Gao Hucheng, viceministro de Comercio, que
para ayudar al equilibrio de la balanza comercial es muy importante
que se incremente la llegada de turistas chinos a España.
Por parte española se espera que los 90.000
turistas chinos que nos visitaron en 2009 pasen a ser un
millón en 2020. Dicen las crónicas que Li Kekiang en su
reunión con la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez, añadió al
respecto: “¿Y por qué no dos millones?” . Será por chinos.
Según todas las previsiones, para 2020, China será
la primera economía mundial, el primer destino y el primer emisor
turístico del planeta.
En este contexto no sería impensable que se
hiciese realidad el comentario mitad jocoso, mitad premonitorio del
viceprimer ministro.
Para ello, España está dispuesta a defender ante
la Unión Europea la agilización en la concesión de visados
comunitarios a los ciudadanos chinos, a ampliar los vuelos directos
y a adaptar nuestras ofertas a las demandas chinas.
Según nos ha manifestado el embajador de China,
Zhu Bangzao, buena parte de la culpa del desequilibrio en la balanza
comercial desfavorable a España reside en que nuestra oferta muchas
veces no coincide con la demanda china.
De momento se va a realizar una gran
campaña en toda China para que los consumidores de ese gigantesco
país de 1.300 millones de habitantes se familiaricen con el jamón,
el vino y el aceite españoles.
Que luego vengan ellos a raudales a nuestro país
en busca -entre otras cosas- de esas delicias será mucho más fácil.
¡Que se preparen los mesones!