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Promoción
Ampurdán, paraíso rural de la
discreción.
Pocos lugares del Mediterráneo ofrecen el encanto
reservado del Ampurdán. Cap Ferrat, St Tropez, Portocervo o Santorini
son hoy parques temáticos de la opulencia donde es difícil mantenerse a
resguardo de turistas y paparazzi.
Entre los paraísos que quedan –como ciertas zonas de la
Toscana, rincones de Portofino o de la isla de
Menorca y unas pocas islas griegas– el Ampurdán es posiblemente el
que presenta mayores posibilidades para encontrar una residencia para el
tiempo de ocio y descanso.Su clima –templado y
seco– permite disfrutar durante todo el año, salvo en los escasos días
en los que sopla la tramontana. La espectacularidad de sus paisajes es
otro de sus atractivos, tanto en el interior como en la parte mas
imponente de la Costa Brava en la que pueden encontrarse acantilados,
calas o grandes playas con dunas.
La historia del Ampurdán se remonta al
575 a. C., cuando colonos griegos fundaron Ampurias, que se convertiría
en poco tiempo en un importante enclave comercial del Mediterráneo y
seguiría siendo, tras la ocupación romana, la capital más importe en el
noroeste de la península. En el siglo IX, los condados de la región se
incorporaron al imperio carolingio.
El condado de Ampurias y el vizcondado de Rocabertí
continuarían como grandes dominios feudales hasta el siglo XIX, al
contrario de otros condados vecinos que, tras incorporarse a la casa
barcelonesa, terminaría por convertirse en una vaguería de Gerona.
Los condes de Ampurias no reconcían nobleza superior,
acuñaban moneda, imponían tributos, concedían gracias y fueros y armaban
caballeros. En torno a estos influyentes y prósperos condados se
formaron numerosos señoríos que vivieron en prosperidad durante siglos.
Este es el motivo por el que hoy pueden encontrarse en
el Ampurdán tantos castillos, casas señoriales y grandes masías, en
muchos casos, en un perfecto estado de conservación.
Fijar la residencia estival en una de estas monumentales edificaciones
es una interesante posibilidad. Otra elección con grandes atractivos es
la de una casa junto al mar, en algún lugar privilegiado de la Costa
Brava.
Desde los años treinta, fue el destino costero elegido
por la alta burguesía barcelonesa. Algunas de las grandes mansiones que
pueden verse junto sus paisajes más espectaculares son de aquellos
tiempos. Esta costa ya ha sido elegida por una comunidad creciente de
familias de distinta procedencia.
Disfrutan de la discreción en un entorno paradisíaco,
libre de paparazzi y grandes aglomeraciones de turistas.
Encontrar una de esas residencias excepcionales, para
su compra o alquiler no es difícil si se acude a una empresa
especializada –como Singular de donde proceden estas fotografías– que
dispondrá de opciones variadas y el conocimiento detallado de la región.
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