La
ruta que trascurre por la Vía de la Plata no es tan común como el Camino
Francés y no encontraremos tantas poblaciones a nuestro paso. Esto hace
que se trate de una peregrinación más tranquila y que no tengamos el
inconveniente de las masificaciones que hay en otros caminos, sobre
todo en verano. Debemos tener
este aspecto en cuenta a la hora de preparar nuestro viaje, ya que
las provisiones tanto de agua, alimentos o productos necesarios para el
camino, deberán ser más meditadas que en otros casos. Fácilmente habrá
tramos en los que las poblaciones disten más de 30 kilómetros unas de
otras.
Pero como no todo son
inconvenientes, contamos con una gran ventaja: su tranquilidad, ya que
si buscamos una ruta ideal para disfrutar la soledad y hacer un camino
más dedicado a la meditación esta será nuestra elección perfecta. No
tanto si lo que deseamos es un camino más popular, donde establecer
relación con otros peregrinos, aprovechar la ocasión para conocer gente
y compartir experiencias.
Como indicábamos anteriormente, Sevilla será
nuestro punto de partida, aunque cada persona es libre de incorporarse a
la ruta desde cualquier otro municipio. Partimos de la Catedral
y continuamos descendiendo hasta llegar al Barrio de Triana. Desde allí
continuamos nuestro camino hasta Guillena,
donde finaliza nuestra primera etapa.
A continuación partiremos de esta
localidad para llegar a Mérida.
La Vía de la Plata original, que recorría Extremadura y Castilla y León,
comenzará en esta ciudad y nos guiará a través de Cáceres, Plasencia, Bejar, Salamanca, Zamora, Benavente, La
Bañeza y Astorga.
En este punto, enlazaremos con el Camino Francés.