El parque Natural de Las Médulas es un
paraje de tierras rojizas, de formas accidentadas y
laberínticas, rico en bosques de robles y castaños; una
realidad cultural que ha evolucionado a lo largo de los
tiempos. Su origen se remonta a la época de la civilización
romana. En aquella prolífera etapa se convirtió en la mayor
mina a cielo abierto de todo el Imperio Romano. De hecho,
los desmontes mineros generados alcanzaron la vasta
extensión de tres kilómetros y una profundidad superior a
los 100 metros.
La elección de los romanos para crear esta
próspera explotación aurífera no fue una casualidad. Las
claves hay que buscarlas en que se trataba de unas tierras
de aluvión de pepitas de oro, abundantes en agua y
pendientes para usarlas como fuerza hidraulica.
El método para extraer el oro se llamaba
“ruina montium”. Se captaba el agua mediante canales a una
altitud de hasta 2000 metros como en la falda del monte
Teleno y se almacenaba en depósitos excavados en tierra
hasta su posterior utilización.
Sin duda el sistema hidráulico de Las
Médulas es el más impresionante de todos por la ingente
cantidad de agua, su longitud y la compleja ramificación de
los canales construidos.
La explotación se abandonó en el siglo III
y dio paso a un medio de flora y fauna autóctono. La flora
predominantes es de robles, encinas, escobas, carrascas y
carqueixas. Por su parte, la fauna está formada por el
jabalí, el corzo y el gato montés.
Pero, las médulas es el caso vivo de un
proceso histórico. Su aparición y extinción propiciaron
nuevas realidades y formas de vida en las comunidades
cercanas que se han ido transformando hasta la actualidad.