La mayor de las islas Baleares es uno de esos
lugares donde se reúnen algunas de las propuestas
que todo viajero busca en un viaje de calidad:
naturaleza, cultura, historia y grandes
opciones de ocio y relax.
Se trata de experiencias inagotables para el
visitante. La capital, Palma de Mallorca, con su famosa catedral
en su skyline particular y su alegre vida cotidiana, bulle
durante todo el año, pero en verano alcanza el máximo esplendor.
En pocas horas, el viajero conocerá la
fusión de su pasado romano y musulmán con el auténtico
sabor mediterráneo que se siente en sus costumbres y en sus
fogones.
Todo nace en la plaza Mayor
La Plaza Mayor, en el centro del casco
antiguo, es el punto de partida para cualquier itinerario
que queramos iniciar por la ciudad.
Curiosamente, hoy resulta un lugar acogedor y alegre, pero
muchas personas desconocen que, hasta 1823, fue sede de la
Inquisición.
Un pasado del que, afortunadamente, no
queda ni rastro en su atmósfera festiva. Alrededor de la
plaza hay numerosos edificios de interés.
Nos detenemos en la iglesia de Sant Miquel
(calle de Sant Miquel, 2), que fue erigida en el siglo XIII
sobre una antigua mezquita musulmana, y que es el templo
cristiano más antiguo de la ciudad.
La Seu: catedral de catedrales
Bajamos por la calle de Colom hasta llegar a
la Seu, posiblemente el símbolo más importante de Mallorca.
La catedral de Palma ha ido sumando
aportaciones arquitectónicas y artísticas destacadas desde
el siglo XIV. Este edificio ha suscitado tantas pasiones que
es conocido por muchos sobrenombres como la Catedral de la
Luz, la Catedral del Mar o la Catedral del Espacio.
Estas colaboraciones han continuado vivas
hasta nuestros días, con la sorprendente y novedosa
decoración en arcilla en 2007 de una de las capillas a manos
de Miquel Barceló.
Antes que él, figuras como Antoni Gaudí,
Juan Bautista Peyronnet o Jaume Mates aportaron su visión
personal a esta joya de la arquitectura.
La cultura más destacada
Casi tocando la catedral se encuentra la
Fundación Bartolomé March (de abril a octubre, abierto de
10.00 a 18.30; resto del año, de 10.00 a 14.00).
Pocos visitantes saben que este museo acoge
una selección de obras escultóricas de primer nivel.
La colección abarca desde esculturas de
Rodin, Chillida y Moore, hasta litografías de Dalí, y un
amplio catálogo bibliográfico con manuscritos antiguos de
gran valor.
Un bocado rápido y sabroso
Sin apenas movernos de donde estamos,
entramos a la hora de comer en el Cappuccino Palau March
(Conquistador, 13; tel.: 971 717 272).
Su carta ofrece sobre todo cafés, bollería y
cócteles, pero dispone también de un surtido de ensaladas,
sándwiches, hamburguesas y platos italianos que nos permiten
reponer fuerzas sin apartarnos de la ruta.
Los amantes del dulce están de
enhorabuena: el brownie de chocolate con helado de vainilla
es simplemente delicioso. El local, además, goza del mismo
encanto que todos los edificios que lo rodean.
Un lujo árabe
A poco más de cinco minutos caminando por la
calle del Estudi General y después por Sant Alonso, en los
baños árabes (Can Serra, 7; de abril a noviembre, abierto de
9.00 a 19.30; resto del año, de 9.00 a 18.00), podemos
encontrar capiteles bizantinos y romanos rescatados de
épocas muy anteriores a esta sala que, probablemente,
perteneció a un noble musulmán.
Levantados en el siglo xi, hoy solo se conservan los baños
calientes (la sala fría ha desaparecido).
Los jardines adjuntos de Can Fontirroig,
frondosos y sombreados, aportan un toque más de relax a este
rincón que parece haber dado un salto en el tiempo.
Una cita con los grandes
creadores
Al otro lado del paseo del Born, casi junto
al torrente de la Riera, llegamos al Museo de Arte Moderno y
Contemporáneo Es Baluard (plaza Porta de Santa Catalina, 10;
abierto de 10.00 a 20.00; domingo a la tarde y lunes,
cerrado).Son quince minutos de
paseo que nos acercarán a nombres de peso como Magritte,
Chagall, Gauguin, Klimt, Picasso, Miró…
El edificio en sí mismo, ubicado en el
baluarte de Sant Pere (Bien de Interés Cultural), ya hace
que merezca la pena la visita, además las vistas sobre la
bahía de Palma que ofrece son de las mejores.
Para buenos estómagos
Si callejeamos hacia el nordeste (conviene ir
buscando poco a poco la calle de la Unió y la Rambla dels
Ducs de Palma), llegamos en quince minutos a la Brasería
Misa (Can Maçanet, 1; tel.: 971 595 301, domingos cerrado);
un local acogedor de carnes y pescados contundentes donde
nos espera una buena recompensa tras el primer día de ruta.
Si queremos probar un experimento curioso, lo
mejor es pedir de postre el gazpacho de mango y jengibre con
chocolate blanco y maracuyá, un sabor indescriptible.
El milagro de la Sang
También podemos visitar la Sang (plaza del
Hospital). El Cristo de este templo, levantado en el siglo
xv para asistir al hospital adjunto, es el más seguido de la
ciudad.Se cuenta que, en 1536, el
capitán de un barco que transportaba esculturas religiosas
en sus bodegas, al verse sorprendido por una tormenta,
invocó a la Virgen y prometió regalar parte de su carga si
conseguía llegar a puerto.
Al parecer, el farol del convento sirvió
de guía al marinero, que cumplió su promesa.
Un pellizco de vida cotidiana
Descendemos por la calle de la Concepció
hasta llegar a la avenida de Jaume III y su continuación, la
calle de la Unió, que son los ejes comerciales de la
capital.Es una buena oportunidad
para realizar algunas compras y ver a los mallorquines en su
día a día, aunque si lo que buscamos son productos más
tradicionales (sobrasadas, quesos, almendras, vinos,
ensaimadas, cerámica, cristal…) lo mejor es acercarnos
a alguno de sus animados mercados, como el del Olivar, un
espectáculo para los sentidos.
En este mismo cruce nace (o termina) el
paseo del Born. Esta popular vía es perfecta para tomar un
café y disfrutar desde cualquiera de sus terrazas del
ambiente cotidiano de la ciudad.
Conocer la historia de la isla
Para conocer la historia de Mallorca, no hay
mejor visita que la del Palacio Real de la Almudaina (Palau
Reial, s/n; tel.: 971 214 134; abierto en verano de 10.00 a
20.00 y en invierno de 10.00 a 18.00, lunes cerrado).
Como muchas otras construcciones importantes
de las Islas Baleares, sus orígenes son romanos y, tras la
dominación musulmana, fue remodelado con la llegada de la
reconquista, en este caso bajo las órdenes de Jaume II.
Salimos al Huerto del Rey para disfrutar
de una atmósfera tranquila junto a este icono mallorquín. En
lo alto de la llamada Torre del Homenaje se encuentra la
figura del arcángel Gabriel.
La sobriedad también seduce
Cruzamos la avenida de Antoni Maura y, a
apenas un minuto de camino, llegamos a La Lonja (paseo
Sagrera s/n; tel.: 971 711 705).Si
la catedral y la Almudaina son joyas arquitectónicas ligadas
al poder religioso y político, esta construcción representa
el poder civil de la época.
El antiguo Colegio de Mercaderes, también
de estilo gótico, combina sobriedad y belleza, y hoy sirve
como sala de exposiciones (solo es posible visitar el
interior cuando hay alguna programación).
El encanto del puerto
A pie de las dársenas, el restaurante Nautic
(Real Club Náutico de Palma; Muelle San Pedro, 1, 1º; tel.:
971 726 383) es una propuesta refrescante y con estilo que
nos acerca a la primera visita de la tarde.
El restaurante destaca tanto por su
luminosidad y sus panorámicas sobre el puerto, como por sus
platos de pescado.
Al entrar en su comedor, con amplios
ventanales diáfanos, uno tiene más la sensación de subir a
un barco y estar flotando que de continuar en tierra firme.
El misterio de Bellver
Bordeando el pueblo hacia el oeste, a tres
kilómetros del centro (se puede tomar el autobús turístico
50 o los autobuses urbanos 3, 20 y 46; en verano, abierto de
10.00 a 19.00, lunes cerrado), el castillo de Bellver corona
una colina de 112 metros y se convierte en otro de los polos
de atracción de la capital.Su
historia militar abarca todos los periodos, pero quizás la
anécdota más curiosa se encuentra en la misteriosa cueva
artificial que nace en el bosque que lo rodea. Esta
excavación de nada menos que 30 000 m2 data de los orígenes
del castillo y su verdadera finalidad se desconoce.
Desafortunadamente, la cueva (dividida en
dos durante la Guerra Civil para almacenar munición y
combustible) solo se puede visitar durante las fiestas
patronales de San Sebastián (20 de enero).
Un encantador barrio de
pescadores
Reservamos los últimos momentos de la ruta
para conocer el Portitxol (autobuses 15, 18, 28 y 30). Este
antiguo barrio de pescadores, ligeramente alejado del centro
de la ciudad, hoy es una de las zonas de esparcimiento más
apreciadas por los mallorquines gracias a su paseo marítimo
y a sus soleadas terrazas.
Sus
aceras se utilizan para patinar o hacer jogging pero también
para disfrutar de una puesta de sol a última hora de la
tarde.
Ahora bien, lo que no hay que perderse, si
la visita coincide en miércoles, es la ruta de tapas que
comienza a partir de las 19.00 y a la que se suma la mayoría
de los locales, que ofrecen pinchos y bebidas a precios
populares.
Sabor mediterráneo
Las ofertas gastronómicas en esta parte de la
ciudad son muy numerosas pero, para los amantes de la paella
nada mejor que L’Arruzz (paseo del Portitxol, 5; tel.:
971 241 824).Sus fogones preparan
el arroz de todas las maneras imaginables (clásico, negro,
meloso con bogavante, con bacalao, con ciervo, con confit de
pato…).
El restaurante también ofrece platos de
carne y pescado en un ambiente rústico y cálido, y a la vez
cuidado, con un sabor siempre mediterráneo.
Planes con amigos
El paseo Marítimo y la avenida de Gabriel
Roca son las zonas de discotecas más conocidas de la ciudad.
Pero si lo que se busca es una pista a lo
grande, el BCM (avda. S'Olivera, s/n), en la localidad de
Magalluf, siguiendo la costa hacia el suroeste, ofrece una
de las noches más intensas de música y baile.
Planes para sofisticados
A pesar de que nació en Barcelona, Joan Miró
tuvo una relación muy especial e intensa con Mallorca, donde
trabajó hasta el final de su vida.
La Fundación Pilar y Joan Miró (en verano, abierto de martes
a sábado de 10.00 a 19.00; en invierno, de 10.00 a 18.00;
domingos, de 10.00 a 15.00) ofrece a los más iniciados en el
mundo del arte la posibilidad de disfrutar no solo de sus
pinturas y esculturas, sino también de los talleres de
trabajo donde este creador imaginó y dio vida a una de las
obras más destacadas del siglo xx.
¿Buscas relajarte?
Para disfrutar de una de las calas más
espectaculares de Mallorca, hay que trasladarse al extremo
norte de la isla, hasta el puerto de Pollença, y desde allí
hasta la cristalina cala de arenas blancas del Pi de la
Posada (cabo Formentor).La fama de
su belleza es tal que atrae tanto a turistas como a
autóctonos, por lo que se recomienda, en la medida de lo
posible, disfrutar de ella fuera de los días de fin de
semana.
¿Eres aventurero?
La empresa Mallorca Aventura abre las puertas
a la naturaleza más virgen de la isla, y ofrece la
posibilidad de descender cañones (de diversas dificultades y
duración).Será una forma ideal de
conocer la isla de una manera activa y estimulante.
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