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Mallorca. Puro encanto
mediterráneo
Descubre por qué es conocida
como 'la isla de la calma'
De los palacios renacentistas de Palma a los pueblos
más pintorescos de la sierra de Tramontana, disfrutando por el camino de
intrincadas calas escondidas y arenales de aguas turquesa, te animamos a
recorrer con nosotros esta bella isla.
Por la judería de Palma
Mallorca es sinónimo de sol y playa pero más allá de
eso es también una isla que encierra múltiples y pintorescas postales
allá por donde vayas. A la más grande de las Baleares, con 100 km de
distancia máxima entre sus extremos más opuestos, se la conoce como “la
isla de la calma” por su personalidad tranquila y sosegada.
Palma, su capital, es una ciudad muy agradable en la
que se puede ir andando prácticamente a todas partes. Visita primero su
majestuosa catedral de
Santa María (entrada: 4 euros), una delicada joya del gótico que
preside el casco antiguo mirando directamente a la bahía.
Hace cuatro años, la Seu, como la llaman aquí, se
permitió una concesión a la modernidad con la polémica intervención que
el artista mallorquín Miquel Barceló realizó en la bóveda de la capilla
del Santísimo.
Junto a ella, el Palacio de La Almudaina (entrada:
3,20 euros) es un antiguo alcázar construido sobre restos romanos que
permanece desde la época en que Mallorca estuvo bajo el dominio de los
sarracenos. Pasea por sus salones y disfruta de sus patios ajardinados
antes de subir por la calle del Palau Reial y girar después a la derecha
por la de Almudaina para adentrarte en el Call Major, el
barrio judío.
Este es un vecindario en plena efervescencia con
muchos locales nuevos que contribuyen a su revaloración. Es el caso de
Es Rebost (Santa Clara, 5), una diminuta tienda que abrió hace menos de
un año en la que se vende comida preparada que recupera recetas del
siglo XVIII.
El Forn Can Miquel (Carrer de Sa Pelleteria, 8A) es
una pastelería muy popular con un horno de leña en el que se cuecen
todos los bollos que funciona tal cual desde mediados del siglo XVI. Las
ensaimadas tienen fama de ser de las mejores de Mallorca (entre 12 y 18
euros).
Al final del día, acércate al Parc de la Mar, justo a
los pies de la majestuosa catedral, y siéntate un rato en la terraza de
The Guinness House a tomar una cerveza. Su enclave merece la pena.
Para tomar una copa, el sitio más in es el
Purobeach Palm Bay, todo un oasis de sofás de diseño blancos y camas
balinesas en torno a una piscina.
Recarga pilas en Palma
A la hora de comer, reserva tu mesa en Las Olas Bistró
(Can Fortuny, 5), justo detrás de la Plaza Santa Eulalia. Se trata de un
restaurante de fusión mediterránea y asiática que incorpora influencias
enraizadas en la gastronomía mallorquina más tradicional. Lo dirige el
matrimonio formado por John Drumont y Evelyn Plagie. Proponen dos platos
de tradición sefardí en su menú (14,50 euros de lunes a viernes al medio
día).
Cruza después la acera y tómate un café en
Literanta, una librería que dispone de un espacio en el que se
sirven también deliciosos y originales cócteles. Aprovecha para echar un
vistazo a la sección de libros de viajes, porque aquí tienen muchas
guías especializadas.
TÍPICAMENTE BALEAR
Así es todo lo que se vende en
Típika (Morei, 1), una tienda situada en pleno casco antiguo, justo
al lado de la iglesia de Santa Eulalia.
Es un sitio excelente para comprar algún regalo o
sencillamente para darte un capricho, porque todo lo que está a la venta
son productos tradicionales y artesanos de las Islas Baleares, desde
aceites gourmet (7,50 euros), sobrasadas y patés con almendras y trufa
(3,50 euros) hasta utensilios de cocina tallados con madera de olivo (6
euros), pasando por capazos y bolsos de mimbre (30 euros).
Por supuesto, podrás elegir entre una amplia gama de
colores de las clásicas abarcas menorquinas (22 euros) y también de las
porqueras de Porreras (24 euros).
Por la Tramontana
Comienza tu periplo por la sierra de la Tramontana, la
cordillera que cruza toda la parte occidental de Mallorca como si fuese
una espina dorsal que en algunos tramos supera los 1.400 m. de altitud,
saliendo de Palma hacia Puigpunyent.
En Esporlas, en el corazón de la Tramontana, hay un
lugar en el que puedes dar un salto en el tiempo y retrotraerte a la
actividad de una grandiosa posesión mallorquina de más de 3.000 m²
siglos atrás.
Es
La Granja (entrada: 12,50 euros. Telf.: 971 610 032), una preciosa
edificación del siglo XVIII que anteriormente fue un monasterio
cisterciense pero cuyas raíces son más antiguas todavía: se remontan a
la época de dominación árabe. Pasea primero por sus fascinantes jardines
aderezados con fuentes, manantiales y arroyos, mientras vas entrando en
distintas instalaciones que muestran los pormenores de antiguos oficios,
como la herrería, la alfarería y la carpintería.
Después, ya en la casa principal, es impresionante la
cantidad de objetos y obras de arte que recrean los detalles de cómo
sería la vida en las grandes casas rurales mallorquinas, desde la cocina
hasta la almazara pasando por los dormitorios de los niños y el taller
de telares.
DELICIAS EN PUIGPUNYENT
En Puigpunyent puedes comer en el restaurante del hotel
Son Net, no sólo porque es un lugar emblemático sino también porque
su chef, Sebastián Campins, es uno de los más valorados de la isla. El
edificio te llamará la atención desde la carretera por el color rojizo
de su fachada y por el porte tan señorial de esta antigua posesión en lo
alto de una colina. Nosotros probamos el risotto de gambas y el
solomillo de cordero con calabacín confitado envuelto en hoja de brick,
y nos parecieron realmente increíbles (precio medio: 50 euros).
Aunque nuestra ruta nos lleva hacia el noroeste,
desvíate 5 km más hasta Galilea, una aldea con todas sus casitas de
piedra encaramadas a la colina. Tómate una cerveza y un pa amb olí
(rebanadas de pan negro mallorquín con aceite que se suele servir con
jamón serrano, queso y aceitunas) a modo de aperitivo en la soberbia
terraza del Café Sa Plaça. Pagarás unos 8 euros y por el mismo precio
podrás embelesarte con unas vistas únicas.
Estellencs y Banyalbufar, dos localidades más, pero ya
en la costa, te brindarán las primeras muestras de lo maravillosas que
son las villas marineras que conservan gran parte de su autenticidad.
Sigue las indicaciones que llevan a Cala d’Estellencs para ir abriendo
boca y prepararte para la sobredosis de calas llenas de magia que te
esperan a lo largo de este viaje. Desde allí, en apenas 20 minutos
habrás llegado a Valldemossa, sin duda uno de los pueblos más románticos
de todas las Baleares. Sus calles empedradas son de verdad deliciosas,
lo mismo que el ambiente que se respira por todas partes, con tiendas
originales muy cuidadas y seductoras terrazas.
Enamorados de Mallorca
El compositor Fréderic Chopin y su compañera, la
escritora George Sand, quienes vivieron durante un año en la
Cartuja de Valldemossa, son dos de las personalidades cuya historia
está fuertemente ligada a la de este pueblo. La autora llegó a afirmar
que “todo cuanto puedan soñar el pintor o el poeta lo ha creado la
naturaleza en este lugar”. Durante aquellos meses Sand encontró aquí la
inspiración para escribir Un invierno en Mallorca, una de sus mejores
obras, mientras que el compositor culminó algunas de sus piezas más
románticas y emotivas. No te vayas sin recorrer sus estancias, conocer
su fabuloso claustro y pasear por sus frondosos jardines (entrada: 8,5
euros).
Otra cosa que no puedes dejar de hacer cuando recorras
esta zona es probar la coca de patatas (1,15 euros aprox.) y la horchata
de almendras (2 euros aprox.), que son típicas de aquí. Nuestra
recomendación es que degustes las de la Pastisseria Sa Cartoixa, que
está en el número 1 del Carrer Blanquerna, la calle de las tiendas.
Acércate después al puerto de Valldemossa y continúa
tu camino en dirección a Deià. Un poco antes de llegar, detente en el
mirador de Sa Foradada y embelésate contemplando la inmensidad del
Mediterráneo al frente, abrazando el promontorio rocoso con un curioso
agujero que le da nombre a este paraje.
A tu izquierda observarás un templete blanco y
avistarás parte de los tejados de una fabulosa mansión. Es Son Marroig,
una posesión de capricho que un día perteneció al poderoso archiduque
Luis Salvador de Austria y que está abierta al público (entrada: 3
euros).
Deià es uno de esos lugares en los que
indefectiblemente el tiempo se hace corto y uno siempre querría quedarse
un poco más. Paseando por sus calles empedradas todavía se respira el
aire bohemio que imperó aquí, sobre todo en los años 70 y 80.
Para una experiencia gastronómica inolvidable ponte en
manos de Guillermo Méndez, el chef del restaurante El Olivo
del mítico hotel
La Residencia de Deià (precio del menú degustación: 93 euros por
persona).
Paseo modernista en Sóller
La carretera que lleva al siguiente pueblo en la ruta,
la MA-10, mantiene la misma línea de brindar paisajes conmovedores y
sorprendentes a la vuelta de cada curva, salpicados de cipreses,
almendros y palmeras, siempre con los picos agrestes de la Tramontana
como telón de fondo.
Sóller, además de ser un punto turístico fundamental
entre otras razones gracias a que desde 1912 está enlazada con Palma
mediante el tren eléctrico, tiene a gala ser un excelente ejemplo del
modernismo español, muy influenciado por el art nouveau francés. El
máximo exponente es la iglesia de San Bartomeu, obra del arquitecto Joan
Ribó, que preside la Plaça de la Constitució, la que concentra toda la
actividad de la ciudad.
Si necesitas reponer fuerzas, elige la terraza que más
te guste, por ejemplo la del Café Cipriani, y pide un zumo de naranja
(2,5 euros), pues te encuentras en un pueblo famoso por la calidad de
sus cítricos. Con nuevos ánimos, sube al primer piso del portal nº 13 de
la misma plaza y entra en
Plaza Couture 13, una tienda y showroom que reúne marcas de moda
para chica y complementos muy bien escogidos, como Darling, Baba y 8
Napkin Cool. Hay bonitas pulseras de coloridos abalorios de Carmeta por
25 euros y vestidos retro que diseña su propietaria, Lorena Puértolas (a
partir de 80 euros aprox).
Date un paseo después por la peatonal Carrer de la
Lluna, la vía más comercial, hasta llegar al número 90 porque aquí se
ubica el Museo Modernista
Can Prunera (entrada: 5 euros). Una casa de época visitable en su
totalidad indispensable para entender un poco mejor la historia de
Sóller.
De vuelta a la plaza, aprovecha para prolongar un poco
más esta inmersión modernista comiendo en el restaurante del
Hotel Vila (Plaça Constitució, 14. Telf.: 971 63 46 41), donde tras
un profundo proceso de restauración se han mantenido todos los elementos
ornamentales originales. Nuestra recomendación es que pidas platos
tradicionales de la isla, como el rico trampó, una mezcla de tomates,
pimientos y cebolla troceados con ajo y aceite, o el tumbet, que también
combina diversas verduras con patatas, pero esta vez fritas (precio
medio a la carta: 20 euros).
Ruinas y acantilados
De vuelta a la carretera, en el tramo de Sóller a Lluc
los paisajes impresionan de tan abruptos y todavía ganan en belleza
cuando se llega a la zona de los embalses, pero hay tantas curvas y tan
sinuosas que hasta el conductor más experimentando debe extremar las
precauciones. Por eso no está de más hacer una parada para un descanso
en el propio monasterio de
Lluc. Su construcción data del siglo XIII y es un punto de
peregrinación para los devotos de su Virgen Moreneta.
Tendrás más tiempo para relajarte en Pollença porque
ésta es una población especialmente tranquila. Empieza por ascender los
365 escalones que llevan a lo alto del calvario, coronado por un
oratorio del siglo XV, para entregarte después a disfrutar de los
pequeños placeres de la vida, como pasear por sus apacibles calles de
casas de piedra o sentarte a contemplar la estampa de la puesta de sol
sobre los barcos de su puerto con las montañas que se ven al fondo.
Si quieres mejorar un poco más ese momento, túmbate en
una de las hamacas de la terraza del hotel
Illa D’Or, donde podrás tener una cerveza bien fría (3 euros) en una
mano y con la otra tocar el agua cristalina del mar.
Otra buena opción para ese momento mágico del
atardecer es recorrer los 18 kilómetros que distan hasta el Cabo
Formentor, el punto final de la Tramontana. Hay varios miradores hasta
llegar al faro y todos ofrecen unas panorámicas de una belleza
sobrecogedora, más impresionante todavía teniendo en cuenta el sepulcral
silencio que lo llena todo.
Al otro lado de la bahía de Pollença, al municipio de
Alcúdia le precede la antigua ciudad romana de Pol-Lèntia (entrada: 3
euros), que es el yacimiento arqueológico más destacado de Mallorca, en
el que todavía continúan las tareas de excavación. Los restos hallados
hasta ahora muestran que fue una población de considerable importancia
remitiendo al que fuese el foro central, el área de viviendas, la
necrópolis y el teatro. Una vez en el centro de Alcúdia, no pierdas la
ocasión de transitar por su impresionante muralla, ya que permanece
excelentemente bien conservada.
UN ZOO EN EL JARDÍN
El Museo Sa Bassa Blanca, de la
Fundación Yannick y Ben Jakober, es un punto de interés muy poco
conocido de Mallorca. Se trata de una casona en medio del campo que está
a las afueras de Alcúdia, en el camino de Mal Pas, que acoge, por una
parte, gigantescas esculturas de animales de granito y, por otra, un
buen número de eclécticas sorpresas. Hay una sala con una colección de
pintura clásica que comprende más de 150 retratos infantiles. En el
edificio central, la estrella es un artesonado mudéjar del siglo XV,
mientras que en el Espacio SokraTES se muestran obras de arte de José
María Sicilia y Gerhard Merz, además de un cuadro de Miquel Barceló.
(Visitas concertadas. Entrada: 9 euros).
En busca de la playa ideal
Las playas más apetecibles de Mallorca se encuentran
en su mitad sur. Porto Cristo y Porto Colom son dos pueblos de alma
marinera que concentran muchas especialmente irresistibles, de esas
típicas de postal, con fina arena blanca y agua esmeralda, que aparecen
encajadas entre promontorios rocosos cubiertos de vegetación. La
descripción refleja con fidelidad las playas de Cala Anguila, en el
primero de los municipios, y las de Cala Romántica y Cala Murada, en el
segundo, sólo por mencionar algunas.
Más al sur todavía, te recomendamos que tomes como
base de operaciones Ses Salines o Santanyí, porque en pocos kilómetros a
la redonda de estos enclaves se extienden calas y playas preciosas. Las
que quedan dentro del perímetro del Parque Natural de Mondragó, además,
suelen tener dunas y sun prácticamente vírgenes, como la playa de
S’Amarador y la de Marçal.
ÉCHALE SAL A LA VIDA
Y ya que estamos en Ses Salines, a las afueras puedes pasarte por la
base de operaciones de las salinas de
Flor de Sal d'Es Trenc, una marca que ha conseguido ganarse a
gourmets y a chefs.
La flor de sal es pura, delicada y mucho más saludable
y sabrosa que la sal normal. El proceso de elaboración de esta variedad,
lento y frágil, consiste en llenar balsas de agua marina para dejar que
el viento y el sol la evaporen. Después hay que rastrillar con mucho
cuidado la superficie cristalizada; luego se aromatiza, se envasa y ya
está lista para consumir. Este es, a grandes rasgos, el procedimiento
con el que se trabaja en estas salinas.
Es probable que dentro de poco se puedan visitar las
instalaciones para conocer a fondo el proceso, pero por el momento hay
que conformarse con entrar en su tienda y catar las sales. Por 17,50
euros puedes comprar el set que incluye cinco tipos diferentes: natural,
mediterránea, olivas negras, rosa y Sri Lanka.
CÓMO LLEGAR
Iberia ofrece tres vuelos
directos al día desde Madrid y otro diario desde Valencia. Además hay
vuelos directos desde León, Burgos, Valladolid, Salamanca, y a partir
del mes de julio, también desde San Sebastián, Badajoz y Albacete. Los
billetes, comprándolos con suficiente antelación, cuestan a partir de 71
euros i/v (precio final). Por su parte,
Vueling conecta Barcelona y Bilbao con Palma de Mallorca desde 29
euros por trayecto (precio final).
DÓNDE DORMIR
En Palma de Mallorca:Hotel
Casa Galesa (Miramar, 8. Telf.: 971 71 54 00). Un antiguo palacio
del siglo XVI reconvertido en un hotel cinco estrellas de 12
habitaciones en el corazón del casco histórico. En el último piso hay
una terraza que mira a la catedral (desde 195 euros doble).
En Puigpunyent:Hotel
Es Ratxo (Camino Son Net, s/n. Telf.: 902 59 92 15). Una aldea
abandonada es ahora este paradisíaco resort rural de cinco estrellas con
piscina y spa. (Desde 280 euros doble con desayuno).
En Sóller: El
Gran Hotel Sóller (Romaguera, 18. Telf.: 971 63 86 86) ocupa un
edificio histórico y representativo de la peculiar arquitectura de
Sóller y en pleno centro. (Desde 252 euros doble con desayuno).
En Pollença:Posada
del Lluc ( Roser Vell, 1. Telf.: 971 53 52 20). Una casa muy
acogedora en el centro. Dispone de un área de disfrute común con un
patio con tumbonas y piscina. (Desde 120 euros doble con desayuno)
En Ses Salines:Sa
Carrotja (Sa Carrotja, 7. Telf.: 971 64 90 53). Este idílico
agroturismo aprovecha la antigua casa familiar de los propietarios para
brindar la oportunidad de alojarse en plena naturaleza. (Desde 135 euros
doble con desayuno).
DÓNDE COMER
En Palma de Mallorca:Simply
Fosh (Carrer de la Missió, 7ª. Telf.: 971 22 73 47). El nuevo
restaurante del hotel Convent de la Missió es todo un alarde de
creatividad de Marc Fosh.
En Alcudia:Can
Pere (Serra, 12. Telf.: 971 539 178). Dentro del recinto amurallado.
Se come muy bien por poco dinero.
INFORMACIÓN
Turismo de las Islas Baleares.
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