Gastronomía y legado romano en
Cartagena
Los molinos de viento
dibujan el camino hacia Torre-Pacheco, en
el corazón del Campo de Cartagena,
donde comenzamos la ruta. Desde allí, siguiendo por la F-30, se
llega al Mar Menor y a las
urbanizaciones turísticas.
En medio de estas extensiones de tierra de ubérrima
fertilidad se cultivan los melones
que cada año endulzan nuestra mesa.
Hasta Torre-Pacheco viajó en 1603 Luis Pacheco y Arroniz, capellán del
rey Felipe III, para fundar lo que se considera el origen de la
localidad: la iglesia de Ntra. Sra. del Rosario.
Del pasado quedan en pie catorce
molinos, cuatro de ellos abiertos al público, como el del
Pasico, al final de la avenida Roldán.
Cartagena
De vuelta a la F-30, se sale a la AP-7 que
nos lleva a Cartagena, ciudad
que llegó a proclamar su propia independencia hace apenas dos siglos. El
Centro de Interpretación de la Muralla Púnica muestra cómo los
habitantes de la colonia cartaginesa de Qart-Hadast se defendían de los
invasores.
Bajando por la calle Duque San Diego se encuentra el
Palacio de Aguirre, edificio
modernista de 1898. La Casa de la Fortuna y el Augusteum son dos
vestigios de la época romana donde se recrea el día a día de
Carthagonova. Las vistas panorámicas las tenemos desde el Cerro de la
Concepción.
A su lado, desde el mirador del Parque
Torres se divisa el puerto, el Teatro Romano y el museo que lleva su
nombre. Por las calles Mayor y del Aire se suceden excelentes
ejemplos del modernismo. El Paseo de Alfonso XII, flanqueado por la
Muralla de Carlos III, lleva hasta el monumento del primer submarino de
la historia, inventado por el cartagenero Isaac Peral.
La Unión… y el cante
La ruta sigue por la N-332 hacia La Unión,
localidad que se ha hecho famosa por el
Festival Internacional del
Cante de las Minas, donde las promesas del flamenco se
consagran cada agosto.
En la plaza Joaquín Costa encontramos los tres
emblemas de la ciudad: la
Sierra Minera, salpicada de chimeneas, el Mercado Público,
construido en hierro con aires catedralicios y el Monumento al
Minero.
Islas Hormigas, paraíso del
buceo
Desde La Unión, la MU-312 bordea el
Parque Regional de Calblanque,
cuyos caminos desembocan en las mejores playas de Murcia. También llevan
a Cabo de Palos, un pueblo de
pescadores cuyo faro es un espléndido mirador rodeado de abruptas calas
color ceniza, con las islas Hormigas al frente -reserva marina que hace
las delicias de los buceadores- y, al norte, La Manga, una lengua de
arena con 30 años de actividad turística.
Este capricho de la naturaleza ha dado
lugar al lago de agua salada más grande
de Europa, el Mar Menor, con cinco islas volcánicas en su
interior.
De La Manga destaca la playa de
Veneciola, con canales que comunican la laguna con el
Mediterráneo.
En la costa opuesta, al norte de
Torre-Pacheco, se suceden por la AP-7,
Los Alcázares y su Balneario La Encarnación, de 1904;
San Javier, cuyas casas
señoriales de veraneo dan lustre a la playa de Santiago de la Ribera y
San Pedro del Pinatar. El vecino Parque
Regional de las Salinas ya lo disfrutaban los romanos. Un
paisaje teñido de rojo y azul verdoso que linda con dunas y playas de
belleza salvaje.
Rincón del melón de Torre
Pacheco
El secreto del
melón de Torre-Pacheco, un
fruto vinculado al verano, radica en el efecto que tienen sobre él las
aguas subterráneas con distintos grados de salinidad durante su proceso
de cultivo. En estas tierras, el melón tiene garantizada una temperatura
superior a los 24 grados centígrados en los tres meses siguientes a la
germinación.Todas sus variedades –Piel
de sapo, Amarillo, Galia y Cantaloup- destacan por su sabor
dulce y jugosidad, así como por tener una pulpa de gran consistencia, lo
que se traduce en una mejor capacidad de conservación.
La Oficina de Turismo de Torre-Pacheco ha
diseñado la ruta “De la semilla al
plato”, que ofrece al visitante la posibilidad de conocer
directamente las fases de su cultivo. El recorrido empieza en un
semillero
y termina en una cooperativa.
Debido a la gran cantidad de agua que tiene el melón,
su contenido energético es bajo:
47 kcal por cada 300 gr. Es rico en vitamina C, de manera que una ración
proporciona la mitad de la necesaria en un día. Destaca también por su
contenido en potasio, ácido fólico, magnesio y fósforo.
Productos de la zona
En el Campo de Cartagena se cultivan
frutas y verduras durante todo
el año. Son abundantes las plantaciones de lechugas, alcachofas,
pimientos, coliflor y patatas, así como de cítricos, melocotones,
almendros, olivos y algodón.
Cuando llega la Navidad no faltan en las
mesas los cordiales –con almendra y dulce de batata– y las delicias de
Torre-Pacheco.
Visita obligada
El sorprendente hallazgo en 1988 del
Teatro Romano de Cartagena,
en excelente estado de conservación, trajo consigo una profunda
rehabilitación del casco histórico de la ciudad, que concluyó en
2008 con la inauguración del
Museo Romano, obra de Rafael Moneo.
Este museo exhibe las piezas descubiertas durante
las excavaciones.
Sorpresa
Bajo el Parque de la Lectura se halla el
edificio semienterrado de la
Biblioteca Municipal de Torre-Pacheco, una construcción
diseñada por Martín Lejarraga
donde la luz y el silencio dominan un espacio destinado al
cultivo del saber.
Inaugurado en 2007, la forma de este moderno
edificio recuerda a un invernadero, lo que sintoniza a la
perfección con el entorno.
Fiestas
Al inicio de la recogida del melón,
el último fin de semana de mayo,
Torre-Pacheco celebra sus fiestas patronales con la
entrega del Melón de Oro; el 1
de junio tienen lugar las fiestas
Trinitario-Berberiscas, que reviven las incursiones de los
piratas.
En
Cartagena, los cartagineses y romanos recrean, la segunda
quincena de septiembre,
las guerras púnicas.
Qué comprar
La cerámica, los
canastos de caña y esparto, los encajes de bolillos y los bordados en
lienzo representan la rica tradición
artesana de esta comarca.
Otras compras interesantes son las reproducciones de
piezas arqueológicas, los cuadros de
nudos, las conchas de moluscos y el cristal de la vieja fábrica de Santa
Lucía, de venta en anticuarios.
Mejor época para hacer la ruta
El clima acompaña la excursión
desde el otoño hasta la
primavera.
Aunque para bañarse en alguna de las decenas
de playas de los mares Menor y Mayor (como se conoce al
Mediterráneo en Murcia), lo mejor será programar el
viaje en verano, al
final de la primera o cuando empieza el otoño.
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