- Si hay algo que marca indiscutiblemente su
perfil es su Basílica del Pilar.
- Es uno de los pocos lugares en el mundo que
cuenta con dos catedrales.
- El Castillo-Palacio de la Aljafería es
Patrimonio de la Humanidad (Unesco).
Cuna de genios ilustres como Goya y encrucijada de
caminos y culturas a orillas del Ebro,
Zaragoza es una ciudad con carácter que ha sabido crearse una
personalidad propia. Monumental en sus formas, próxima y
sencilla en sus gentes, es uno de los pocos lugares en el
mundo que cuenta con dos catedrales. Y es que esta ciudad, más allá
del Pilar, ofrece muchas más cosas. Vamos a descubrirla para que, en
dos días, la disfrutemos a fondo.
Primera
mañana
10.00 h - Basílica del Pilar
Vengamos de donde vengamos, si hay algo que marca
indiscutiblemente el perfil de Zaragoza es su Basílica del Pilar.
Este templo barroco al que peregrinan muchos fieles, abre cada día
de 7.00 de la mañana a 21.30 de la noche, y reúne uno de los fondos
artísticos más notables de España. Fijémonos en los frescos de Goya,
situados en la bóveda del Coreto y la cúpula de Regina Martyrium. Es
de lo mejor que hay en el interior de la basílica. También son de
visita obligada el retablo mayor (del s. XVI), el coro mayor, el
órgano y su museo.
Si queremos ver a la Pilarica, y sería un pecado no hacerlo estando
allí, la encontraremos en la Santa Capilla, situada sobre el Pilar.
Allí cuenta la leyenda que se apareció al apóstol Santiago.
De la Virgen del Pilar se dice que es la mejor vestida y coronada:
posee 10 coronas diferentes y, desde 1504, ha sido obsequiada con
diversos mantos, a cual más espectacular. Algunos de ellos han sido
esparcidos por el mundo, mientras que otros han sido confeccionados
directamente para dar cobijo a fieles en su lecho de muerte.
El milagro de Calanda que se le atribuye es, cuanto menos,
sorprendente: se dice que restituyó por completo la pierna
amputada de un joven, allá por 1640. De ser cierto, no
podemos irnos de la basílica sin encenderle una vela a la Pilarica y
comprar su cinta para regalarla. Solo así podrá darnos realmente
buena suerte y guiarnos. Es importante no perderse la vista del
Pilar de noche, desde el puente de piedra.
12.00 h - Zona Expo (Acuario Fluvial de Zaragoza)
Desde el Pilar hasta la nueva zona de la Expo, siguiendo la
recuperada Ribera del Ebro, lo ideal es ir andando o en bici.
No tardaremos más de 15 minutos y a cada paso, la ribera nos
sorprende con algo diferente, sobre todo con sus puentes. El más
impresionante es el Pabellón Puente, firmado por Zaha Hadid, que
cruza a la zona de la Expo. Tiene forma de gladiolo y apoya un
extremo del tallo en una ribera del río y el otro, bifurcado en tres
ramales, en el lado izquierdo.
La zona de la Expo se levantó con motivo de la
Exposición Universal de 2008La zona de la Expo es de nueva
construcción y se levantó con motivo de la Exposición
Universal de 2008, dedicada al agua y a la sostenibilidad. Lo
más destacado de ver es la Torre del Agua. Se trata de un
alto tótem de cristal transparente, en forma de gota de
agua, opaca de día y gran faro luminoso de noche. Puede llegar a
acoger a 2.000 visitantes por hora. El Acuario Fluvial, de Alvaro
Palazuelo, es el mayor de Europa. Recubierto por un cristal blanco
que simula un iceberg, alberga unos 2.500 animales, de 300 especies
de río diferentes, y la reproducción de diversos paisajes fluviales.
Por último, cabe destacar el Parque del Agua Luis Buñuel, en
el meandro de Ranillas, junto a la Expo. Es un parque
urbano de nuevo concepto, con 120 hectáreas dedicadas a actividades,
servicios y zonas verdes. Aquí podríamos pasarnos, tranquilamente,
nuestros dos días de recorrido. Quedémonos un rato para pasear por
él, pero deberemos ser selectivos.
Primera
tarde
14.00 h - Comer en un palacio
Vamos a andar un poco más, pero valdrá la pena. Volvemos por donde
hemos venido hasta el centro, a unos 15 minutos a pie, porque vamos
a comer como reyes en un palacio renacentista. El Montal
(Torre Nueva, 29) es un restaurante y una tienda de delicatessens.
Su fachada ya de por sí apetece, pero dentro nos esperan la familia
Montal, que lo regenta desde 1919, y su más que apetecible carta de
platos de verduras, carnes y pescados que habrá que acompañar con un
buen Somontano. En la sobremesa, podemos pasarnos por su museo
bodega y por su tienda para comprar alguna delicia para después.
Como opción, proponemos el restaurante La Bastilla
(Recomendado por Repsol) (c/ Coso, 177), a solo cuatro calles del
restaurante Montal. Es un bonito restaurante situado en un edificio
declarado monumento artístico histórico, en el que la cocina también
es un arte. Otra opción sería el restaurante La Matilde (c/
Predicadores, 7); un acierto se mire por donde se mire.
16.00 h - La Aljafería, Patrimonio de la Humanidad
Después de comer, cogemos la calle Condes de Aranda y nos vamos
directos al reino de taifas (girando por el paseo María Agustín y
cogiendo Aljafería a mano izquierda). En el parque de la Aljafería
está el monumento más destacado de ese período: el
Castillo-Palacio de la Aljafería (del siglo XI). Es espléndido.
De hecho, está declarado Patrimonio de la Humanidad por la
Unesco y se considera el mejor conservado de la época. Por
él no pasan los años, pero sí pasó a manos de reyes cristianos, tras
conquistar la ciudad Alfonso I.
Actualmente, después de haber sido incluso sede de la Inquisición,
es la sede del Gobierno de Aragón. Podemos visitarlo por dentro. Su
salón del trono, la gran escalera de acceso, la planta
superior renacentista y su mihrab, entre otros, son visitas
muy recomendables. Pero si no tenemos mucho tiempo, podemos ir
directos al famoso patio de Santa Isabel, rodeado de arcos de
herradura, y sentarnos allí un rato a observarlo. Es un espacio
realmente tranquilo. La torre del Trovador fue inspiración para una
ópera de Verdi. De noche, el castillo iluminado se ve estupendo.
18.00 h - Callejeando por El Tubo
Ya es hora de volver al centro de la ciudad. Desde la Aljafería,
seguiremos la calle que lleva su mismo nombre para adentrarnos de
nuevo en el casco histórico de Zaragoza y, de ahí,
a su corazón comercial. Nos llevará no más de 10 minutos, pasando la
avenida César Augusto y siguiendo por la calle Predicadores.
Entre las calles Alfonso I y Jaime I está el meollo de Zaragoza; su
corazón. Es la zona del casco antiguo y esta es la hora
ideal para aparecer por allí. El ambiente es buenísimo. Sus
pequeñas callejuelas, llenas de tiendas, restaurantes, tabernas y
bodegas, lo convierten en el barrio obligatorio para tomar las
primeras cañas. Entre tanto, no quitemos ojo de las paredes, ya que
están llenas de espectaculares grafitis que forman una espontánea
exposición artística urbana. En este casco viejo, hay tres calles
que se conocen como El Tubo.
Entre las calles Alfonso I y Jaime I está el
meollo de Zaragoza; su corazónPor dar algunas referencias,
en la calle Estébanes están los maestros del tapeo.
Croquetas, tortillas, migas, huevos… todo son buenas ideas para
tomar con un buen vino de la zona (que los hay, como por ejemplo el
Somontano, el Cariñena o el Borja).
Para los prefieran el dulce, la pastelería Fantoba
(Don Jaime I, 21) ha cumplido ya los 100 años de historia. Aquí,
además de pedirnos una “trenza de almudévar”, riquísima, podemos
tomarnos algo y descansar un rato. Por otro lado en Chocolates de la
Abuela (Don Jaime I, 22), nos espera un surtido de chocolates,
mermeladas y licores, ¡simplemente irresistibles!
En Don Jaime I con Verónica está el Teatro Principal
Zaragoza. Seguro que tiene alguna obra buena en cartelera,
porque su programación es impecable. Su interior es impresionante y
majestuoso, aunque está perfectamente cuidado y al día en
tecnología.
Seguimos andando para llegar a Alfonso I, la calle peatonal
más comercial de Zaragoza. Allí encontraremos lo que
queramos para darnos una alegría: tiendas de moda, de zapatos, y
multimarca donde comprar un detallito, como Aston. También podemos
visitar La Parisién, donde venden mantones de Manila y mantillas. Si
lo que queremos es algo de recuerdo tradicional, podemos llevarnos
unos adoquines, piedras de río o frutas de Aragón (todos ellos
dulces), ropa baturra y cántaros o las clásicas esparteñas en Alfaro
(c/ Alfaro), que iremos encontrando por esta calle. Y quien busque
recuerdos religiosos, bajando Don Alfonso I está la Plaza del Pilar
y ahí, en la tienda Belloso, los encontrará todos.
20.30 h - Cena de tapeo
Es hora de empezar a pensar en la cena. Hoy, ya que estamos por el
Tubo podemos regalarnos una cena de de órdago, en La Ontina
(galardonado con un sol de Repsol) (c/ San Clemente) o la Granada
(galardonado con un sol de Repsol) (c/ San Ignacio de Loyola, 14),
dos restaurantes exquisitos, con una cocina excepcional, y un Sol de
Repsol cada uno. Otra muy buena alternativa es irnos de tapas.
Empezar la ruta por La Miguería (c/ Estébanes, 2)
donde, claro, hay que pedirse unas migas, que aquí las bordan.
Seguir por El Limpia (c/ Cuatro de agosto, 17) donde además de
tapear nos limpiarán los zapatos. El “papa-pico” –picadillo de carne
y patatas– es de auténtico vicio así como las empanadillas de
cualquier cosa, que son la bomba, con vino o con champán. De aquí ir
al Vinos Nicolás (c/ Estébanes, 4) y pedir unos fritos o cualquier
tapa con vinos exquisitos. Y acabar en Casa Pascualillo (c/
Libertad, 5-7), clásico bar de tapas típicamente zaragozanas.
Puestos a rondar por las calles del casco antiguo, que es lo suyo en
la noche zaragozana, vamos directos al Rock and Blues
(c/ Cuatro de agosto, 5-7-9) a tomar la primera copa. Impacta por su
curiosa decoración y suelen ofrecer buena música en vivo. A ver si
hay suerte. Si aún no nos ha entrado el sueño, nos podemos pasar por
el Mombasa (c/ Cuatro de agosto, 9) –una curiosa combinación de
taberna irlandesa y decoración africana– y por el Bis de Bez (c/
Estébanes, 9) para tumbarnos un rato en sus cómodos sofás. Y ya, si
el cuerpo nos pide más, podemos seguir por La Preciosa (c/
Arquitecto Yarza, 3) y el Jane Birkin (c/ Méndez Núñez, 16).
Si por el contrario, buscamos una noche tranquila y algo más
sofisticada, siempre podemos cenar en el Moss (Paseo
Constitución, 23). Se trata de un local moderno, de calidad y
absolutamente de moda; un restaurante-local de copas, donde
viviremos la otra cara de la noche zaragozana.
Segunda
mañana
09.00 h - La Zaragoza romana en museos
Empezamos nuestro segundo día con una ruta romana,
ya que Zaragoza tiene muchas y buenas representaciones de este
periodo. Está toda condensada en la otra gran zona neurálgica de la
ciudad, entre la calle Don Jaime I y la del Coso, en la parte
derecha del casco antiguo.
En el Museo de Caesaraugusta podemos visitar las
ruinas del teatro romanoNos vamos cruzando por la Plaza del
Pilar hacia Don Jaime I y bajamos por ella hasta la calle San Jorge,
donde está nuestro primer destino. El teatro romano es uno de los
más grandes conservados hoy en día. Con un aforo de 6.000
espectadores. Podemos visitar sus ruinas en el Museo del
Teatro de Caesaraugusta (c/ San Jorge, 12). Volvemos por
donde hemos venido hasta llegar Museo
del Foro (Plaza de La Seo, 2).
Este recoge lo que fue el centro social de la vida romana en la
ciudad. Organizado alrededor de un gran espacio abierto y rodeado de
pórticos, tiene a su alrededor los edificios más significativos.
Entre ellos, destacan la curia, la basílica y el templo.
Todo ello está salpicado de elementos ornamentales, como estatuas,
arcos de triunfo, aras para sacrificios y un largo etcétera. El
Museo del Puerto Fluvial (Plaza de San Bruno, 8, detrás de la
catedral) muestra la importancia del río Ebro para esta cultura.
Existe un dato sorprendente: por él se podía navegar desde Tortosa
hasta Logroño. De ahí que el puerto de Zaragoza fuera estratégico
para su intenso comercio, como redistribuidor de mercancías como
trigo, madera, hierro, pieles, lino, vino, cerámicas, etc. Esta ruta
romana finaliza en el
Museo de las Termas Públicas de Caesaraugusta (c/ San Juan y San
Pedro 3-7, volviendo por Don Jaime I, hasta la calle Mayor y
cogiendo la calle Refugio). Sus restos se extienden entre el foro y
el teatro, y tuvieron diversas salas con instalaciones como
vestuarios, salas calientes, templadas y frías, gimnasio...
Hoy se conserva parte de una gran piscina porticada debajo de la
cual aparecieron las letrinas, con capacidad para nada menos que 20
personas.
11.00 h – Un paseo por las torres mudéjares
De Roma, damos un salto en el tiempo y nos vamos a la época mudéjar,
sin cambiar de barrio ni de calles. Zaragoza guarda importantes
recuerdos de entonces, algo que salta a la vista. Más que nada,
porque sus torres mudéjares se ven y destacan entre el entramado del
casco antiguo de la ciudad, a poquitos minutos la una de la otra. La
primera que veremos es la torre de la iglesia de Santa
Magdalena (s. XIV), en la plaza de su mismo nombre (en el
cruce de la calle Mayor con la calle del Coso). Con motivos
ornamentales de clara influencia árabe, esta torre sigue el patrón
de un alminar almohade.
Podemos rodearla por fuera, pasando por la calle Mayor, o bien
entrar y admirar su retablo. La de San Miguel de los
Navarros (c/ San Miguel, 52, bajando por la c/ del Coso)
está en una iglesia de construcción románica, con ampliación mudéjar
(s. XIV). La planta de esta torre se divide en tres tramos, con una
planta cuadrada. Ahora vamos a la iglesia de San Pablo (San Pablo,
42), volviendo por la calle del Coso, hasta la avenida de César
Augusto, donde en un cruce empieza su calle.
Esta iglesia fue reformada y ampliada en sucesivas épocas, con lo
que tiene pedacitos arquitectónicos de varios siglos y estilos. Por
ello, la torre que inicialmente estaba a los pies del templo, está
ahora en mitad del edificio. Fijémonos porque es muy curiosa: su
planta es octogonal y tiene una torre exterior que envuelve otra
interior, con unas escaleras que las unen. Y ahora volvemos hacia
atrás, hasta Don Jaime I, para acabar nuestra ruta mudéjar
en San Gil Abad (c/ Don Jaime I, 15). Construida en la
Reconquista, fue derribada para levantar la actual iglesia mudéjar.
Su torre está documentada del 1356 y está construida toda en
ladrillo. Combina su planta cuadrada de la parte inferior con la
rectangular de la parte superior y se acaba con unos vanos donde
están las campanas.
12.30 h - Descubriendo a Goya
A escasos minutos de donde nos encontramos, bajando por Don Jaime I
hasta la calle del Coso, y girando por el Hotel Silken Zentro,
nos vamos a la Plaza de los Sitios. Además de ser
una de las más bonitas, aquí hay unos estupendos bares de tapas. Así
que podemos tomar el aperitivo en tascas o bares como Candolías,
Monumental, Babel o Argüelles. En cualquiera de ellos disfrutaremos
y podremos recuperar fuerzas, porque ahora tenemos cita con dos
grandes de Zaragoza: Goya y Pablo Gargallo.
El genial pintor nos espera aquí mismo, en el Museo
Provincial (Plaza Sitios, 6) donde están expuestas varias
de sus valiosas obras. Entre los numerosos cuadros, destacan sus
retratos y su obra religiosa.
De ahí, muy cerquita se encuentra el Palacio de Argillo
(Plaza San Felipe, 3), donde nos espera el gran caballo de Gargallo.
Esta antigua casa de los Villaverde (s. XVII) hoy acoge la sede del
Museo Pablo Gargallo, dedicado al célebre escultor aragonés (uno
de los más importantes e innovadores del siglo XX). Aunque su obra
está diseminada por diferentes lugares de España, en este museo se
reúne su colección más importante, cedida por su hija Pierrette
Anguera-Gargallo.
Segunda
tarde
14.00 h - Aragón en la mesa
No hemos acabado con las obras de arte todavía. Ahora es el momento
de degustarlas en uno de los templos de comida tradicional aragonesa
de la ciudad. Nos vamos andando hacia la calle Joaquín Costa,
cruzamos la calle Independencia y vamos directos al Hotel
Palafox. En el restaurante Aragonia Paradís, del Hotel
Palafox (Marqués de Casa Jiménez), nos reservan una selección de
productos aragoneses: trufa de Teruel, aceite del Bajo Aragón, jamón
de Teruel, verduras, ternera, olivas negras, longaniza... Aquí
podremos encontrar una inmejorable calidad en un entorno tranquilo.
Como detalle, su decoración corre a cargo de Pascua Ortega. Y en su
cocina, aparte del chef, manda también el pastelero, que seguramente
nos sorprenderá.
También podemos acercarnos a comer a La rinconada de Lorenzo
(c/ La Salle, 3) bajando desde la plaza de Paraíso por el paseo Gran
Vía. Allí, además de degustar una buena cocina y productos
zaragozanos, estaremos al lado de nuestro próximo destino a visitar.
16.00 h - El Renacimiento de Zaragoza
Ahora que ya hemos repuesto fuerzas, nos vamos muy cerca de aquí, a
la sede de Ibercaja (San Ignacio de Loyola, s/n). Las apariencias
engañan. En su interior esconde algo poco conocido: la
fachada de un palacio y el Patio de la Infanta. Estas dos
piezas son lo único que queda de la casa renacentista de un rico
banquero, que fueron recuperadas por esta entidad. Su estructura
está cargada de ornamentos renacentistas aragoneses.
En el piso principal, se exhiben de forma permanente obras
de Goya. Así que, después de admirarlo, podemos seguir
empapándonos de la obra de este genial pintor aragonés. Luego,
seguiremos por la calle Independencia y la calle Don Jaime I y, en
escasos minutos, nos situaremos ante el último punto de encuentro de
nuestra ruta: La Seo. De camino a ella, podemos pasarnos por la
Vinoteca Foncea(c/ Felipe Sanclemente, 14) para llevarnos de
Zaragoza un recuerdo vinícola de sus caldos.
18.00 h - La otra catedral, La Seo
Ya hemos llegado. Estamos ante la otra gran catedral de Zaragoza: La
Seo. A menudo, este suele ser un gran descubrimiento para la gente
que visita Zaragoza, por el protagonismo de la Pilarica, que de
hecho está al otro extremo de la plaza. La Seo se asienta
sobre lo que fue el foro romano y más tarde la mezquita
mayor de la antigua ciudad musulmana. Lo primero que vemos es su
cabecera románica (s. XII), lo único que conserva de este estilo, ya
que este templo combina muchos estilos, hasta el Neoclásico. La
capilla parroquial con muro mudéjar, el retablo mayor y los ábsides
de estilo gótico, la torre barroca, la portada clasicista o la
colección de tapices flamencos dan fe de esta mezcla de estilos.
Esta mezcolanza nos da una idea, a su vez, de la cantidad de
culturas que han poblado estas tierras durante su historia. En su
interior, no hay ningún rincón al que no se nos vaya la vista. Es un
festival arquitectónico. Se recomienda especialmente pasear por ella
y perderse por todos estos rincones.
Salimos y, por la parte trasera, encontraremos anexa la Casa
del Deán: un conjunto de casas anexo a la catedral, con un
curioso puente y un bonito arco. El puente se construyó para unir la
casa del deán con la iglesia principal. Y en este punto hay un
mirador perfecto para curiosear discretamente lo que pasa en la
calle. Hoy es uno de los rincones más emblemáticos de la Zaragoza
medieval, y justo al lado se encuentra la plaza de Santa Marta,
bonita, especial y llena de buenos rincones donde tomar un vino.
Será el lugar perfecto para poner punto y final.
Un plan
para todos
- Para los sofisticados
El Chalet (Recomendado por Repsol) (Santa Teresa de Jesús, 25),
elegante, distinguido y tranquilo, nos abre sus puertas a un
bonito jardín-comedor. Tiene una sugerente carta, bien pensada y
de calidad, donde podremos elegir desde un sencillo plato hasta
una receta muy elaborada y vanguardista. La elección siempre
convence y satisface, al igual que su extensa carta de vinos. Si
buscamos comer bien en un lugar especial, este es ideal.
- Disfrutar del relax
Estamos al lado de la mismísima basílica, pero parece que
estemos en el cielo. Las torres Hotel & Spa (Plaza del Pilar)
tienen su particular wellness bajo tierra, en unas salas
abovedadas de piedra de tenue iluminación. Parece ser que aquí
sí que se obra el milagro: relax total.
- Para los más aventureros
Rocódromos, puentes, tirolinas, un canal de aguas bravas o una
vuelta en kayak, aquí podemos disfrutar de todo esto sin salir
de Zaragoza, en el Parque del Agua Luis Buñuel, justo detrás de
la zona de la Expo. Nautida Aventura Urbana nos ofrece circuitos
de aventura y actividades a diversos niveles. ¿Preparados?
Dirección: Avenida Pablo Ruiz Picasso, 72, Torre del Agua,
Zócalo.
- Para amigos
Nos vamos a disfrutar de la renovada ribera del Ebro. Cogemos
las bicis –o vamos andando– y bordeamos toda su zona verde, con
vistas al río y a otra perspectiva de Zaragoza. De día, podemos
parar a comer en su Club Náutico (Paseo Echegaray y Caballero
s/n); hay que reservar antes y si es en el jardín, mejor aún. De
noche, podemos cenar aquí mismo y luego irnos por los
chiringuitos abiertos en el paseo, en los que siempre hay buen
ambiente y algún concierto en directo. Las vistas son
espectaculares al ponerse el sol. Luego, cada uno verá…
- Para familias
Nos vamos a dormir con los peces, tal cual, rodeados de
anacondas, pirañas, arapaimas y cocodrilos. El Acuario Fluvial
de Zaragoza organiza divertidas noches a las que hay que ir
dispuesto y con saco de dormir. Si los peques no se atreven,
siempre podemos participar en la yincana o en cualquier otra de
sus divertidas actividades. Los aburridos deberán abstenerse.
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