Azua es una de las 31 provincias de la República
Dominicana, la cual se encuentra en la región suroeste del país.
Limita al noroeste con San Juan, al oeste con Baoruco, al
suroeste con Barahona, al sur con el Mar Caribe, al noreste con La Vega,
al este con San José de Ocoa y al sureste con Peravia.
Azua en la República Dominicana
Datos Generales
La provincia de Azua está formada por una llanura litoral que acaba en
una bahía con forma de herradura (Bahía de Ocoa), en el Mar Caribe;
cercada por relieves montañosos pertenecientes a la Cordillera Central y
a la Sierra de Martín García, donde se alzan picos como el monte Culo de
Maco, el monte Tina y el monte Bué, que alcanzan los 2.189, 2.186 y
1.340 m, respectivamente. En su territorio encontramos el Parque
Nacional José del Carmen Ramírez, el Parque Nacional Sierra de Martín
García, el Parque Nacional Francisco Alberto Caamaño Deñó y la zona
protegida de Valle Nuevo.
La capital de la provincia es la ciudad de Azua de Compostela, un
importante centro urbano del suroeste dominicano. Su economía es
básicamente agrícola, a pesar de que su población urbana ronda el 60%.
Las plantaciones de tabaco y plátanos son el fuerte de su economía. La
pesca es muy importante también, así como la industria lechera que se ha
visto reforzada con el establecimiento del Proyecto Ysura.
En su Puerto Viejo se descarga la mayor parte del gas licuado de
petróleo (GLP) que entra al país, el cual es almacenado en las
instalaciones que se encuentran en la sección de Los Negros.
La Provincia de Azua fue constituida como tal en el año 1844 como una de
las cinco provincias en que se dividió el territorio nacional al momento
de la independencia, estando su jurisdicción territorial integrado por
las comunes de San Juan de la Maguana, Las Matas de Farfán, Neiba, Las
Caobas, Hincha, Bánica, San Miguel de la Atalaya y San Rafael. Ocupaba
todo lo que hoy es la Región Suroeste del país y parte de las actuales
provincias Peravia y San José de Ocoa.
A Azua le correspondieron, hasta el Convenio Fronterizo de 1929 entre la
República Dominicana y Haití, cuatro comunes que luego pasaron a ser
dependencia haitiana: estas son: Las Caobas, Hincha, San Miguel de la
Atalaya y San Rafael.
División
administrativa
La provincia Azua tiene una superficie total de
2.531,77 km². Está dividida en 10 municipios y 22 distritos municipales.
Los municipios y distritos municipales (D.M.) son:
Historia
A la llegada de los españoles a la isla de
Santo Domingo, Azua era un nitainato perteneciente al Cacicazgo de
Maguana (uno de los cinco reinos en los cuales estaba dividida la isla)
gobernado por el nitaino Cuyocagua y bajo la jurisdicción del Cacique
Caonabo.
La villa española de Compostela de Azua, llamada en la
actualidad Azua de Compostela, fue fundada en 1504 por el
adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, quien sería posteriormente el
conquistador de Cuba, durante el gobierno de Don Nicolás de Ovando,
cerca de una heredad perteneciente a Don Pedro Gallego, español
radicado en la zona cercana al nitainato, procedente de la ciudad de
Santiago de Compostela, en la región de
Galicia. Este hacendado recibió en su casa a Diego Velázquez de
Cuéllar y a su comitiva en su marcha hacia el sur de la isla, cuando se
disponían a visitar el Cacicazgo de Jaragua, gobernado por la reina
Anacaona. Según el DRAE, un nitaíno, entre los indios taínos, es una
persona de la nobleza.
Por Real Cédula de 7 de diciembre de 1508, dada en
Sevilla por el rey Fernando El Católico, a la Villa de Compostela de
Azua se le otorga su escudo heráldico, tras haber prosperado la
propuesta de los procuradores Diego de Nicuesa y el bachiller Antonio
Serrano, y con el apoyo incondicional del gobernador Nicolás de Ovando.
El primer escribano del cabildo de Azua fue, de 1504 a
1511, Don Hernán Cortés, el célebre conquistador de
México.
La primera iglesia fue construida entre 1511 y 1514,
por órdenes del fraile García de Padilla, primer obispo de
Santo Domingo. Esta iglesia, que originariamente se construyó con
tablas de palma cana, fue sustituida por una segunda, saqueada y
destruida por una partida de corsarios de los tantos que desembarcaban
en los puertos cercanos a la ciudad. Una tercera iglesia, en 1666, hecha
de madera, ardió tras otro ataque corsario, en 1677. La iglesia de
piedra construida tres años después del incendio de la ciudad sucumbió
con el terremoto de 1751.
Azua es la cabecera más antigua de las provincias
sureñas y una de las primeras ciudades fundadas en el Nuevo Mundo.
Se convirtió rápidamente en un centro urbano
importante en la isla, tanto por su puerto como por ser el paso obligado
entre los poblados del Suroeste y la ciudad de
Santo Domingo. Pero el 16 de octubre de 1751, la primitiva ciudad de
casas de pieda quedó sepultada por un terremoto que provocó la entrada
del mar al poblado. La ciudad tuvo que ser trasladada unos ocho
kilómetros más al norte, para situarla a orillas del Río Vía, en
terrenos que fueran donados por la familia de Don Gregorio Díaz y de la
señora Luisa Guerrero.
El Periodo Republicano
Azua y la Primera República
La experiencia republicana de nuestro país comienza el
1 de diciembre de 1821 con la proclamación del Estado Independiente
del Haití Español, culminando así los años de dependencia de la
parte este de la isla del gobierno español.
Poco menos de tres meses después de la proclamada
independencia se inicia la llamada ocupación haitiana, que en realidad
no fue otra cosa que la respuesta dada por Boyer al llamamiento hecho
por muchos cabildos y decenas de líderes políticos dominicanos, que no
reconocieron el gobierno de la recién fundada república por José Núñez
de Cáceres, a las autoridades haitianas para que tomaran el control de
la ex colonia. Esos mismos políticos que no se adhirieron a la proclama
independentista de la capital tampoco deseaban convertirse nuevamente en
colonia española y mucho menos pertenecer, como antes del período de la
España
Boba, a
Francia.
El ejército haitiano, al frente del cual se encontraba
el propio presidente Boyer, entró pacíficamente a la parte Este de la
isla, vitoreado en algunas ciudades. El 9 de marzo de 1822, Boyer recibe
las llaves de la ciudad de
Santo Domingo de manos de quien hasta entonces había ostentado la
primera magistratura del fracasado estado, José Núñez de Cáceres. Desde
entonces pasamos a formar parte de la
República de Haití.
Azua fue de las primeras ciudades del Este de la isla
en proclamar su adhesión a Haití luego de las proclamas de Montecristi,
Puerto Plata y todas las ciudades fronterizas. El alcalde Báez se
encargó de las negociaciones.
El final del período haitiano llega con la
proclamación de la separación de
Haití, el 27 de febrero de 1844. El movimiento separatista
dominicano, alentado por Juan Pablo Duarte, encontró una rendija por la
cual colarse en medio del movimiento reformista haitiano, liderado por
Charles Herard, que consiguió derrocar al presidente Boyer y colocar a
Herard en su lugar.
La salida de Duarte al exilio, tras el desvelamiento
de la conjura, hizo apresurar los planes para la definitiva proclamación
de independencia dominicana. Se pactó con el sector conservador, y es
Francisco del Rosario Sánchez quien valientemente se enzarza en la
finalización del entramado y funda la
República Dominicana, después de escucharse, esa noche del 27 de
febrero, un disparo de trabuco dado por Matías Ramón Mella en la Puerta
de la Misericordia que anunciaba el final de la época haitiana.
De inmediato Azua, que políticamente estaba
comprometida con el golpe con varios dirigentes separatista en su seno,
se prepara para la lucha. Los conflictos políticos entre los conjurados
azuanos, entre los que se encontraban Nicolás Mañón, Vicente Noble y
Matías de Vargas, con el representante de Azua a las Cortes
Haitianas, Buenaventura Báez, perteneciente a la facción afrancesada, se
agudizaron con la negativa de éste a entregar a los insurrectos la
plaza. Finalmente, viendo Báez la magnitud del movimiento, no tuvo más
remedio que adherirse a la causa.
El reclutamiento de milicianos en todos los poblados
cercanos a Azua no se hizo esperar. El capitán Francisco Soñé se encargó
de la formación de un regimiento de azuanos entrenado en su propia finca
de Las Yayitas en las más básicas cuestiones del arte de la guerra.
Antonio Duvergé, con el grado de coronel, llegó a la ciudad de
Compostela de Azua a comandar las tropas del Sur, mientras Pedro Santana
se apresuraba hacia la región con las tropas reclutadas en el Este.
El 4 de marzo, la Junta Central Gubernativa (gobierno
provisional que se había constituido tras la proclama separatista),
decretó la movilización de los regimientos 31 y 32 de la Guardia
Nacional, con asiento en
Santo Domingo, comandados por Manuel Mora y Feliciano
Martínez, y su inmediata presencia, vía marítima, en Azua, donde se
necesitaba engrosar el frente para la inminente ofensiva que vendría
desde
Haití.
Fernado Araujo llegó a la
ciudad de Azua con un regimento de soldados provenientes de
San Cristóbal y los poblados circundantes. Manuel de Regla Mota y
José María Cabral comandaban las fuerzas destacadas de
Baní. Desde
Neyba habían llegado ya las tropas de Fernando Taveras, quien
no participó en la lucha del 19 de marzo por estar gravemente herido, y
que comanadaba Vicente Noble.
La organización del Ejército estuvo a cargo de Antonio
Duvergé, apoyado por Francisco Soñé. El día 18 de marzo llegan con
Santana las tropas del Este; y ese mismo día tiene lugar la refriega
entre las tropas dominicanas al mando de Luis Álvares y los
haitianos de Herard en el paso del Río Jura. El 19 se inicia la lucha,
que fue ganada por los dominicanos y que se recuerda como la más
gloriosa de las batallas de la vida independiente de la República
Dominicana.
La inestabilidad política caracterizó los primeros
años de la República. Las guerras independentistas se sucediron hasta
1856, y Azua fue siempre escenario glorioso de la lucha por la
dominicanidad. En abril de 1844 tuvo lugar la Batalla de Tortuguero,
primer conflicto naval sostenido por el naciente Estado y que tuvo lugar
en el Puerto de Tortuguero, en la Bahía de Ocoa, donde Maggiolo
se llevó la gloria venciendo a los navíos haitianos.
Luego, las batallas de El Número, El Memizo y todas
las que se escenificaron en la Segunda, Tercera y Cuarta Campañas de la
Independencia, por la Vía del Sur, han hecho de Azua el paladín
indiscutible de la nación dominicana.
Azua y la vuelta a España
En 1861, tras un largo período de negociaciones,
finalmente Pedro Santana consigue que la corona española anexa la
República Dominicana. Isabel II, monarca de aquella nación, favoreció la
empresa, no sin contar con innumerables vacilaciones por parte de
colaboradores del reino que no veían futuro en el regalo que le hacían
nuevamente los dominicanos.
En Azua, las voces contrarias a la anexión se
escucharon de inmediato, y no más de uno padeció las persecuciones de
los esbirros de Santana. El 3 de febrero de 1863 surge en
Neiba,
para entonces un poblado perteneciente a la Provincia de Azua, un
movimiento armado, con un grupo de unos cincuenta hombres. A la cabeza
estaba el comandante Cayetano Velásquez, quien pronunció a Neyba y
encerró a Domingo Lozada, comandante de armas de la plaza y opuesto al
pronunciamiento de los patriotas.
La Restauración fue proclamada en el
Cibao, en 1863. De inmediato empezó la lucha armada y la Región Sur
se apresuró a apoyar el levantamiento del Norte. Los azucianos
participaron activamente en los conflictos bélicos que se desarrollaron
por la Vía del Sur, y nuevamente Azua vuelve a ser glorioso.
Azua y la Tercera República
Uno de los hechos más importante ocurrido en tierras
azuanas a lo largo de la Tercera República fue el memorable Desembarco
de Playa Caracoles, el 3 de febrero de 1973, dirigido por el ex
presidente de la República, Francisco Alberto Caamaño Deñó, quien junto
a un grupo de guerrilleros entre los que se encontraban Ramón Euclides
Holguín Marte, Hamlet Hermann Pérez, Mario Nelson Galán Durán, Claudio
Caamaño Grullón, Juan Ramón Payero Ulloa, Toribio Peña Jáquez, Heberto
Lalane y Alfredo Pérez Vargas.
El movimiento guerrillero preparó dicha ofensiva con
el fin de lograr que el pueblo se sublevara en contra del régimen del
presidente Joaquín Balaguer. Sin embargo, el Ejército Nacional pudo con
los querrilleros y evito la sublevación dando muerte a la mayoría de lo
conjurados, entre ellos a Caamaño.
La Industria Azucarera
La producción de azúcar en Azua comenzó en los
primeros años de la colonia, llegando a contar esta ciudad con algunos
de los más importantes ingenios de toda la isla, como lo fue el ingenio
de Jácome de Castellón. Y así hasta reunir una media docena de
importantes ingenios, que utilizaban, en los primeros años, mano de obra
indígena.
Pero este tipo de industria mermó y dio paso a otro
tipo de economía hasta que, a principios del siglo XX, volviera a
resurgir en Azua esa historia azucarera. Comenzaron a funcionar el
ingenio azucarero El Ocoa y el Central Ansonia, ambos propiedad
norteamericana. Luego, entre 1919 y comienzos de los años 20 comienza a
operar el Central Azuano, propiedad de la familia Viccini.
La presencia norteamericana continúa esta vez con la
perforación de los pozos de petróleo, primero en la comunidad de
Higüerito y luego en Maleno, donde la compañía Seaboard inicia las
perforaciones.
Con la llegada de inmigrantes de
Italia y del antiguo Imperio otomano, principalmente libaneses, Azua
inicia su época de oro en el área comercial, pues los señores Rocco
Capano, Nicolás María Ciccone, Teofilo J. Risk y otros, se establecen
con grandes negocios cuya actividad trasciende las fronteras azuanas.
Azua la Atenas dominicana
Azua es el resumen de las expresiones artísticas y
culturales de mayor trascendencia a nivel nacional. Por eso se ha ganado
el merecido título de "la Atenas dominicana". Los nombres de sus hombres
de letras se pierden en los albores de la historia, y es muy popular el
dicho, generalizado en el país, de que en Azua, al levantar una piedra,
es más que seguro que descubras a un poeta.
Según datos tomados del libro "Azua: Rescatada del
olvido" que escribió el locutor Fernando Navarro puesto en circulación
en el 2004 por motivo de los festejos del quinto centenario de la
fundación del pueblo donde afirma que la fama de ciudad culta y de
poetas le vino a Azua de los días de Hernán Cortez, el escribano español
que vivió en su recinto y que conquistó a México. Fundada por Diego de
Velásquez por disposición del gobernador fray Nicolás de Ovando en 1504,
Azua fue la villa más importante de la región Sur donde se instaló el
Colegio de Santiago de la Paz y por donde desfilaron durante la
conquista ilustres letrados españoles que se dedicaron al cultivo de la
literatura y la poesía. Quizás de ahí el calificativo de "tierra de
poetas" que se le dio a la villa, en su escuela Perseverancia hizo de
maestro el poeta Emilio Prud'Homme autor de las letras del Himno
Nacional y a su educación se sumó Eugenio María de Hostos. Tierra de
Miguel Ángel Garrido, el autor de "siluetas", y del profesor Francisco
Javier Amiama Gómez, por Azua desfilaron en otros tiempos desde el
célebre intelectual cubano Pereyeso hasta el puertorriqueño Román
Baldoriotti de Castro y en su lar nacieron Bartolomé Olegario Pérez y el
célebre doctor Armando Aybar. Afirma Fernando en su obra que Azua fue la
tercera provincia del país en tener periódicos. Su primer periódico se
llamó La Voz de Azua en el 1870.
Entre los nombres más destacados en la historiografía
azuana encontramos los de Hector Viriato Noboa, laureado poeta que, sin
embargo, vio el final de su vida muy prontamente. Noboa fue, en 1925, el
fundador de la Sociedad Cultural Athene, una de las sociedades
filantrópicas más antiguas de la
República Dominicana que aún se conservan vivas.
Con una amplia bibliografía a sus espaldas encontramos
a Miguel Ángel Garrido, una de las plumas más finas de nuestra nación.
De igual modo, la figura de Héctor J. Díaz, el más internacional de los
poetas azuanos, autor del desgarrador poema "Lo que quiero", que no es
recitado en cualquier rincón del país sin que te encuentres a otro que
continúe con la estrofa siguiente. Uno de las voces más recordadas de la
emisora estatal La Voz Dominicana, y detractor del régimen trujillista
que vino a encontrar su muerte en el crudo invierno neoyorquino, tras
una vida azaroza, como la que muchas veces acompaña a los grandes.
Renato de Soto, Heriberto García y otros tantos
azuanos se destacan en el altar de los gigantes de las letras.
Pero su título de "Cuna de la Cultura" dominicana no
le viene sólo dada por los azuanos que ha parido su propio seno, sino
también por otros azuanos; los que esta tierra ha adoptado. Entre ellos
están el gran humanista Eugenio María de Hostos, que realizó una gran
labor educativa en todo el país, y Azua fue uno de los pueblos modelos
del movimiento hostosiano. Nicolás Ureña de Mendoza, padre de la insigne
educadora y poetísa dominicana Salomé Ureña de Henriquez, fue preceptor
de la primera escuela oficial de Azua de la época republicana, en 1847.
Muy cercano a los pronunciamientos baecistas, ejerció como periodista y
afamado abogado. Tiene el mérito de haber introducido el colorido
costumbrista en la poesía dominicana.
Bartolomé Olegario Pérez es
otro de esos grandes hombres. Poeta prolífico que dejó un gran legado en
su amada Azua. Calles y centros escolares recuerdan su nombre a lo largo
y ancho de la provincia.
Pero el artista azuano más importante de todos los
tiempos, nacido de las entrañas mismas de este pueblo, es, sin duda
alguna, el magnífico músico Pablo Claudio, compositor de la primera
ópera americana. También se destacan el grupo de baile internacional los
Danzarines.
En el campo literario, Azua ha hecho aportes
significativos a las letras. Entre sus autores contemporáneos conocidos
se encuentran Virgilio López Azuán, Rannel Báez y la destacada
periodista y escritora Emilia Pereyra, semifinalista de Premio Planeta
1998, autora de las novelas “El crimen verde”, “Cenizas del querer”, y
“Cóctel con frenesí” y de libro de cuentos “El inapelable designio de
Dios”.
Azuanos
y azuanas
Entre los nombres de azuanos destacados encontramos al
Dr. Simón Striddels, consagrado medico de origen curazoleño que vino a
vivir a esta ciudad durante el gobierno del presidente Ulises Heureaux y
al que la generación de la época recuerda con el nombre de "Papá Mon".
Los Dres. Armando Aybar y Buenaventura Báez Satín, azuanos ambos de
nacimiento, pertenecientes a dos de los apellidos más antiguos y
distintivos de la estirpe azuana.
El Dr. Arístides Estrada Torres ejerció ampliamente la
medicina social. Gran investigador antropológico en cuyo honor el Museo
Municipal lleva su nombre. El Dr. Gregorio Peguero Solano un capitaleño
del que Azua se adueñó por adopción. Del Dr. Rafael Antonio Cabral
Pérez(Fefén), por su parte, médico azuciño que también ha ejercido la
medicina social, dicen que a las personas a quienes les ha cobrado una
consulta, paradójicamente, se le puede llamar dichosas.
Otra azuana destacada es la escritora Emilia Pereyra.
Ella se licenció en comunicación social en la Universidad Autónoma de
Santo Domingo e hizo una maestría en periodismo multimedia, en la
Universidad del País Vasco, en España. Se licenció en comunicación
social en la Universidad Autónoma de Santo Domingo e hizo una maestría
en periodismo multimedia, en la Universidad del País Vasco, en España.
En 1998, su novela “Cenizas del querer” figuró entre las diez
semifinalistas del Premio Planeta, uno de los galardones más importantes
otorgados a novelas escritas en lengua española.
Ha publicado las novelas “Cenizas del querer”, “El
Crimen Verde” y “Cóctel con frenesí”. También el libro “Rasgos y
figuras”, conjunto de perfiles biográficos previamente publicados en el
diario Hoy. En el 2007, Ediciones CEDIBIL publicó su primer libro de
cuentos de Pereyra titulado “El inapelable designio de Dios”. La
narración, que da título a esta obra, fue difundida primero en italiano,
en la revista “Crocelia”. Luego fue incluida en la antología de cuentos
hispanoamericanos titulada “Contar es un placer”, publicada en Cuba en
el 2007.Algunos de los cuento de la autora dominicana han sido
traducidos al inglés y al italiano. Además figuran en antologías
nacionales y extranjeras.
Fuente:wiki -
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