Desde el avión, la isla recuerda
enormemente a nuestra hispana piel de toro... sólo que
infinitamente más pequeña. Y es que su superficie apenas abarca
los 250 kilómetros cuadrados, algo así como la mitad de Ibiza.
Los juguetones cocoteros
blandidos por el viento dan la bienvenida a quienes hemos caído
en la tentación de visitar la isla, que aún conserva la idílica
simpleza de un refugio tropical. Una isla que forma parte de un
archipiélago formado por unos ochenta islotes, extendido a lo
largo de 30 kilómetros y a 80 kilómetros de distancia respecto a
la tailandesa costa de Surat Thani, desde
donde, a diario, parten ferrys que conectan con la isla por el
puerto de Nathon, la capital de Koh Samui.
El aeropuerto está ubicado en la
costa nororiental y es la zona que aglutina la mayor parte de
complejos hoteleros, no en vano la llamada Chaweng Beach
presume de tener las mejores playas, donde la dorada y fina
arena armoniza con las aguas cristalinas, en las que los amantes
del submarinismo tienen la oportunidad de descubrir este
fascinante mundo submarino.
Toodos los hoteles y bungalows
tienen una línea arquitectónica que, por expresa orden
gubernativa, guarda relación con la de las viviendas de las
aldeas. El interior de la isla es montañoso y de dificil acceso,
a no ser que uno contrate los servicios de un guía y se disponga
a practicar trekking.
Pero el perímetro costero está comunicado
por una carretera que recorre toda la isla y cuyo traayecto
puede realizarse en una hora. También hay servicios de autobús,
aunque más limitados.
La infraestructura hotelera en Koh Samui es de
las mejores del mundo
EN EL REINO DEL CAPITÁN
NEMO
La zona sur de Koh Samui es la
menos agreste y donde se asientan las plantaciones de cocos, la
principal materia prima de la isla. Hay escasas villas y muy
dispersas, aunque dotadas de un encanto muy especial.
Y en las
aldeas los pescadores viven ajenos a la evolución tecnológica y
todavía utilizan sus más ancestrales sistemas de pesca,
transmitidos de padres a hijos.
Playas de finísima arena blanca son el gran
reclamo turístico de la isla
Nadie que viaje a Koh
Samui debe perderse el parque marítimo de Ang
Thong, al noroeste. Se trata de un mágico circo
acuático que nada tiene que envidiar al legendario y mítico
reino del capitán Nemo.
Es fácil llegar: desde la aldea de
Ban Bor Rud puede uno embarcarse en un ferry
que, tras una hora de mavegación, ya permite avistar los
bellísimos acantilados de los islotes que conforman esta antigua
reserva real de la Marina taliandesa, declarada Parque Natural a
principios de la década de los 80.
Navegando
hacia el parque marítimo de Ang Thong
El ferry amarra en Koh
Woa Talap, conocida por los nativos como la "isla de la
vaca durmiente". Allí, un escarpado sendero que atraviesa una
espesa jungla conduce a un espléndido miradaor natural desde el
que los verdes peñascos de Ang Thong lucen con toda
majestuosidad. Hay otra parada ineludible: Koh Mae Ko.
Aquí, otro sendero montañoso, más corto y accesible que el
anterior, te lleva hasta la impresionante laguna verde
Talay Nai, todo un lujo óptico.
Nada más hay que hacer en Koh
Samui, nada más que relajarse, dejar pasar las horas, los días,
las semanas... Y sentirse feliz, muy feliz, en paz con uno
mismo. Algo realmente fácil en Koh Samui.