Primera mañana - Entre el gótico y los hippies
10.00 Entrar por la puerta grande
Dalt Vila, la ciudad alta o recinto amurallado de Eivissa, es el área que engloba la mayoría de los puntos de interés de este destino lleno de historia. La mejor forma de adentrarse en ella es a través del portal de Ses Taules, construido a finales del siglo XVI. Antiguamente, el foso se salvaba a través de un puente levadizo de madera (o de tablas, de ahí el nombre de la puerta), que con los años pasó a ser de obra. La puerta está coronada por el escudo imperial y a sus lados se levantan dos réplicas de estatuas romanas. Pasado el portal llegamos al Patio de Armas, con diez arcos de medio punto que durante años acogió el primer mercado hippie de la isla. Desde aquí, accedemos por otro portal a la plaça de Vila, llena de coquetos restaurantes, galerías de arte y tiendas de artesanía. Esto en verano, claro. En invierno, es como volver al siglo XVI. Es algo que deberemos tener en cuenta si visitamos Eivissa fuera de temporada: que muchos negocios y atracciones turísticas cierran o reducen sus horarios drásticamente.
10.30 Omnipresente y sobrecogedora: la catedral
Cualquiera de las calles que suben nos lleva a la catedral de Santa María. Cuatro siglos de trabajo han dado para mucho en este templo levantado, según se cree, sobre una mezquita árabe. Su construcción se remonta al año 1235, cuando las tropas cristianas tomaron la isla. Es una catedral del gótico catalán, aunque la nave es de estilo barroco. Se puede ver desde casi cualquier punto de la ciudad y de cerca, no decepciona. Desde la plaza, contemplamos el viejo reloj de sol del campanario, bajo el de agujas actual, y la imagen de la Virgen de las Nieves sobre la puerta, a quien está consagrado el lugar. Antes de entrar, rodeamos el campanario para llegar, por el exterior, a la zona de las vidrieras, que llenan de color por dentro el altar mayor. Además, las vistas de la ciudad desde aquí son espectaculares. En el interior, destacan la custodia de plata dorada realizada por Francesc Martí en el año 1399 y las tablas góticas de Valentí Montoliu.
11.30 La Eivissa de hace un siglo
Muy cerca de la catedral, en Can Comasema, se halla el Museo Puget. Esta noble y hermosa casa, cuya parte más antigua data de siglo XV, alberga 130 obras pictóricas de Narciso Puget Riquer y de Narciso Puget Viñas: óleos y acuarelas que recogen paisajes y escenas cotidianas de la vida de la isla de principios y de la mitad del siglo XX.
12.30 El nuevo Museo de Arte Contemporáneo
Nuestro siguiente destino es el renovado MACE, Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza, que en 2012 volvió a abrir sus puertas después de cinco años de obras. Ocupa un edificio militar de 1727 en el baluarte de Sant Joan, sobre el portal de Ses Taules, y una moderna ampliación, de Víctor Beltrán Roca, que al profundizar en el terreno ha puesto al descubierto restos fenicio-púnicos y de épocas posteriores que se han incorporado al espacio museístico. Inaugurado en 1964, es uno de los museos de arte contemporáneo más antiguos de España, con una colección que incluye obras de Bechtold, Floris, Broner, Micus, Flanagan, Vedova, Schlosser, Hausmann, Le Parc, Tàpies, Gordillo…
Otro espacio que depende del MACE y que vale la pena visitar es la Casa Broner. A cinco minutos del museo, en el intrincado barrio de Sa Penya, se halla la que fue residencia y estudio del pintor y arquitecto Erwin Broner (1898-1971), ejemplo del tipo de espíritus creativos e inconformistas que ha atraído la ciudad en las últimas décadas. Broner llegó a la isla en 1934 huyendo de la persecución nazi. Aquí se convirtió en una figura destacada del panorama cultural, formó el grupo Ibiza 59 y organizó numerosas exposiciones antes de que la ola hippie hiciera famoso el lugar. La casa, construida por el propio Broner en 1960 y restaurada en 2010, constituye una pieza clave de la arquitectura moderna de las islas Baleares.
Si el día es demasiado caluroso, o simplemente queremos disfrutar desde ya de las famosas aguas de la isla, podemos cambiar la última visita por las cálidas arenas de la playa de Figueretas (uno de los dos arenales urbanos de Ibiza) hasta la hora de comer.
Primera tarde - Murallas que acaban en baile
14.30 Ricos arroces y pescados
Callejeamos hacia el oeste y bajamos a la zona nueva (la calle de Antonio Palau es la que se acerca más directamente) hasta llegar al paseo de Vara de Rey, donde, en el número 16, se encuentra el restaurante Ca N’Alfredo. Este restaurante ocupa un interesante edificio colonial. Excelentes, los arroces, los pescados y la cazuela de calamar al estilo ibicenco.
16.30 Los baluartes: así se construyeron las murallas
Regresamos al recinto fortificado para bajar la comida paseando por sus murallas. Esta vez vamos a entrar por el Portal Nou (a dos minutos del paseo Vara de Rey, subiendo por Carrer de Joan Xicó). Acostumbrada a numerosas invasiones, desde la púnica hasta la árabe, la ciudad reforzó a partir de 1235, año de su reconquista, las defensas hasta ofrecer la versión que hoy conocemos.
En el siglo XVI, en su política de defensa del Mediterráneo, Felipe II se vio obligado a renovar las antiguas murallas y a convertirlas en el baluarte mejor defendido del Mediterráneo occidental. Para ello, utilizó la mejor técnica constructiva del Renacimiento, aplicando los modelos italianos a la fortificación abaluartada de Eivissa. El recinto amurallado, que conserva su trazado original desde aquel siglo, fue proyectado por el ingeniero Giovan Battista Calvi y posteriormente modificado por Giacomo Paleazzo ‘el Fratin’.
Llegamos al baluarte de Sant Pere, que está situado en el extremo noroeste del complejo y ha sido transformado en museo (con audiovisuales, paneles informativos y otros elementos) para explicar al visitante cómo se llevó a cabo esta construcción inmensa en un terreno tan complicado por sus desniveles y las diversas estrategias de defensa. En el baluarte de Sant Jaume, al sur del anterior, está representada la tecnología militar de los siglos XVI al XVIII: cañones, morteros, mosquetes, espadas…, y también cascos que nos podemos probar. Hay que advertir que, si visitamos la ciudad en invierno, los baluartes sólo abren hasta las 16.30 (hasta las 14.00, los fines de semana), como casi todos los museos y monumentos de la ciudad.
18.00 Un salto a la medina árabe
En la calle Major, por la que ya pasamos esta mañana, abre el Centro de Interpretación Madina Yabisa. Está alojado en la casa de la Curia, que durante el siglo XVI fue sede de los tribunales de justicia y uno de los centros de poder de Eivissa, y que se construyó aprovechando las estructuras de la muralla andalusí. Hoy este espacio recupera la memoria de la que fue una importante ciudad musulmana en la Edad Media. Es un centro moderno, en el que se apuesta por la tecnología audiovisual para transmitir conocimientos de la historia de la ciudad, haciendo hincapié en la época islámica y la fortificación árabe. Ubicado delante de la catedral de Eivissa, cuenta con una oficina de información turística.
21.00 El Lío de Eivissa
Restaurante, cabaret y club, todo en uno: Lío, integrante del grupo Pachá, es uno de los locales más interesantes que han surgido en los últimos años en Eivissa. Empezamos escogiendo alguno de sus cócteles en una sala con amplias vistas al puerto, para, durante la cena, dejarnos entretener por un espectáculo muy variado. Después la fiesta continúa, de domingo a domingo, hasta las cuatro de la mañana, con la faceta más ‘dance’ del local.
Eivissa es mundialmente famosa por sus fiestas y sus discotecas. Sitios como Pachá, Ushuaia, Space y Privilege son conocidos incluso por quienes no salen de noche. Mención especial para las fiestas del agua de Es Paradis, que convierten la pista de baile en una enorme piscina donde se chapotea al ritmo de los DJs. Un plan más tranquilo (y exclusivo) es el que ofrece Blue Marlin, beachclub, restaurante y bar de copas para ver y ser vistos.
Segunda mañana - Rincones secretos
10.30 La cueva de los contrabandistas
Hoy vamos a coger el coche para desplazarnos hasta Port de Sant Miquel, a poco más de 20 kilómetros al norte de la capital. Aquí se encuentra la cueva de Can Marçà (971 334 776; www.covadecanmarsa.com), de más de 100.000 años de antigüedad. Aparte de las espectaculares estalactitas y cavidades iluminadas para el visitante, llama la atención el uso que en un pasado no tan lejano hicieron de ellas los contrabandistas, quienes escondían aquí las mercancías con las que traficaban izándolas desde una abertura situada a diez metros sobre el mar.
12.00 Dos calas escondidas y un excelente hotel
Aprovechamos el viaje para disfrutar de una de las calas más populares de la isla. Las aguas de Port de Sant Miquel son cristalinas a más no poder, así que no debemos ol-vidar las gafas de buceo. Además, la ocasión es perfecta para realizar una excursión en kayak (676 075 704; www.ibizamundoactivo.blogspot.com.es) y gozar al máximo de esta hermosa costa. Tampoco está de más dar un paseo por los caminos que bordean los riscos. Las vistas son preciosas en cada curva. Al oeste de la principal, hay dos calitas escondidas, cala Multons y Es Pas de S’Illa den Bosc, especialmente bella esta última. Su nombre (El Paso de la Isla del Bosque) lo dice todo, y es que es una barra arenosa que une la costa con un pequeño islote cubierto de pinos, de propiedad priva-da y considerada la isla más cara del mundo. Cerca también, sobre un acantilado, se encuentra Hacienda Na Xamena (urbanización Na Xamena s/n; 971 334 500; www.hotelhacienda-ibiza.com), uno de los mejores hoteles de Eivissa.
Segunda tarde - Las tumbas de los antepasados
14.00 Comida en la playa o en el interior
Una elección acertada para comer es el restaurante Port de Balasant, con terraza junto al mar que hace más placentera su oferta gastronómica, en la que el pescado es el protagonista y el ‘bullit de peix’ el plato estrella. Otra opción es comer en alguno de los buenos restaurantes que hay por el camino entre Port de Sant Miquel y la capital. El mejor, Ama Lur , una casa payesa donde se sirve cocina de inspiración vasca. También notables, Can Pau y Macao Café, ambos en Santa Gertrudis.
16.00 A Dios rogando y a los piratas vigilando
Después de comer en Port de Sant Miquel (o antes, si lo hacemos en Santa Gertrudis), nos detendremos en el pueblo de Sant Miquel de Balançat, a apenas dos kilómetros de la playa. Aquí encontraremos una hermosa iglesia que, desde el siglo XIV, se fue ampliando hasta desarrollar su complejidad actual. Resultan especialmente interesantes los frescos de sus muros, ocultos hasta hace unos pocos años. La iglesia está situada en lo alto de una pequeña colina, por lo que las vistas del campo ibicenco son otro de sus atractivos. Si el día de nuestra visita es jueves, podemos curiosear y comprar recuerdos en el mercadillo de la plaza de Sant Miquel.
18.30 El espectáculo de la muerte
La necrópolis púnica más grande del mundo, con más de 3.000 tumbas, sarcófagos, ajuares, amuletos de barro cocido y capillas subterráneas, es un espectáculo único que no podemos dejar pasar. El impresionante yacimiento de Puig des Molins, al pie del casco histórico, habla con sobrecogedora elocuencia de los orígenes fenicios de la ciudad a través del que fue su cementerio: un terreno lleno de cuevas que llegó a ocupar 50.000 metros cuadrados y que posteriormente fue también utilizado por los romanos. A menos de 200 metros de la necrópolis se puede ver otro yacimiento importante, el de Sa Capelleta, con restos púnicos, enterramientos romanos y numerosos vestigios de época islámica, correspondientes estos últimos al arrabal urbano que hubo al oeste de las murallas.
19.30 Pasear sobre la arena al atardecer
La playa de Talamanca, al otro lado de la ciudad, ofrece casi un kilómetro de arena y mucho más mar Mediterráneo en el que disfrutar en pareja, con la familia o rodeado de amigos. El atardecer es el momento perfecto para descalzarse y caminar junto a las olas con el sol acariciándonos la espalda. La alternativa es tomarse algo en la plaza del Parque, que está llena de terrazas, al igual que el vecino paseo Vara de Rey.
21.00 Visitas teatralizadas y música en vivo
A lado de la plaza del Parque, a los pies de unas murallas que al caer la tarde parecen cambiar de textura, en la zona noroeste de la fortificación, se encuentra el restaurante La Brasa, de cocina mediterránea con un toque moderno, servida en un patio encantador. En la oficina de turismo se pueden consultar los horarios nocturnos de la visita teatralizada a Dalt Vila, que varían a lo largo del año. Estas visitas, de una hora y cuarto de duración, tienen como hilo conductor una historia de amores contrariados ambientada en el siglo XVI. Después de cenar (o de la visita), nos aguarda, enfrente del restaurante, el antiguo Teatro Pereyra, en cuya planta baja se celebran desde 1988 los mejores conciertos de música en vivo.
23.00 Compras a medianoche
Ésta es buena hora para adentrarnos por las callejuelas del puerto, ya que, en temporada alta, mantienen sus tiendas abiertas hasta la medianoche. Resulta un placer especial curiosear y conocer la ropa, complementos y productos isleños bajo las estrellas. La zona está abarrotada de restaurantes y terrazas, entre los que desfilan gogós y relaciones públicas anunciando las fiestas que va a haber esta noche en cada discoteca. Quien busque bares de ambiente en las calles Enmig y Mare de Déu los encontrará.