Castilla y León es un paraíso para los amantes de
las rutas moteras.El itinerario
propuesto en esta ocasión apenas consta de unos 130 kilómetros,
pero hay que recorrerlos con calma. Velocidades de 40
kilómetros/hora son habituales y las paradas para disfrutar de
la naturaleza y los monumentos son constantes.
Tómate tu tiempo, pasea entre callejones,
sorpréndete con las insólitas construcciones de piedra y
disfruta de la excelente gastronomía que te ofrecen todas las
poblaciones del recorrido.
Iniciamos la ruta en Burgos, en los Yacimientos
Arqueológicos de la Sierra de Atapuerca. Erigidos
en referencia indispensable para el estudio paleontológico sobre
la Evolución Humana, fueron declarados Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco en el año 2000.
En ellos se ha hallado evidencias de la
presencia humana más antigua de Europa.
Para los que disponen de más tiempo, visitar
el Centro de Recepción de Visitantes de Atapuerca es una buena
idea.
En él se pueden visualizar de forma más clara
la importancia de los hallazgos en esta sierra burgalesa. Para
los que el tiempo les apremia, proponemos seguir el viaje.
Mucho arte y buen yantar
Burgos
es una tierra dura, con temperaturas extremas en invierno, pero
salpicada de excelentes y numerosos atractivos. Para conocer
parte de su patrimonio artístico, lo mejor es trasladarse a su
capital.
La catedral gótica, Patrimonio de la Humanidad
desde 1984, es su monumento más representativo. Tampoco hay que
pasar por alto la Cartuja de Miraflores o el Monasterio de las
Huelgas Reales, ni ascender hasta lo alto del castillo para
divisar una panorámica espléndida de la ciudad.
En Burgos el buen yantar también está
garantizado. Si quieres probar el mejor cordero asado de la
ciudad, tu restaurante es Casa
Ojeda.
Inaugurado en 1912 y, distinguido con un Sol
Repsol, llevan casi 100 años haciendo las delicias de sus
comensales. El menú estrella de la casa está compuesto de arroz
cremoso con pichón de campo, cordero lechal asado y croquetas de
chocolate caliente con frutos secos.
Por tierras jacobeas
Hasta nuestra tercera parada, Estépar, sólo
hay un suspiro, 22 kilómetros. Pero quizás desees conocer de
camino Villagonzalo-Pedernales, Albillos
y Cabia.
Localidades variopintas con castillos
señoriales que han sido rehabilitados y reconvertidos en
alojamientos hoteleros o casas particulares.
Tras recorrer el núcleo urbano anclado en el
tiempo de Estépar
hay que regresar de nuevo a la motocicleta. Próximo destino: Castrojeriz.
Este municipio burgalés se alza como punto de
referencia en el Camino de Santiago. Su Conjunto Histórico
Artístico recibe al peregrino y visitante con la vista puesta en
los restos del castillo, en lo alto del cerro sobre el que nace
la ciudad.
Es recomendable bajar de la moto y recorrer a
pie la calle Real hasta llegar a la Colegiata de Nuestra Señora
del Manzano. Aunque data del siglo XIII, se amplió
posteriormente en el siglo XVII y cuenta con interesantes
pinturas y sepulcros.
La ruta continúa por tierra jacobea
hacia Itero del Castillo y desde allí, pasando por Boadilla del
Camino, llegaremos hasta Frómista.
Si bien la iglesia de San Martín es un buen
ejemplo de arquitectura religiosa románica del Camino, el mayor
atractivo turístico de esta localidad es el Canal de Castilla.
Se trata de una obra de ingeniería civil de la
época de la Ilustración que se halla en bastante buen estado de
conservación para deleite de los visitantes. Cinco esclusas se
unen para salvar un desnivel de 15 metros y aunar la naturaleza
con la arquitectura civil.
Viaje al pasado
Siguiendo la carretera, y 13 kilómetros más
tarde, se llega a la siguiente parada de la ruta: Villalcázar
de Sirga.
Hacer un alto en el recorrido y visitarla es
una buena decisión por dos razones. Una porque la iglesia
templaria de Santa María la Blanca, construida en el siglo XIII,
posee interesantes obras funerarias de estilo gótico de primer
nivel. Y dos, porque en el Mesón
de Villasirga se puede degustar comida típica
medieval.
En este establecimiento se mantienen las
costumbres más ancestrales. Los panes son los platos y las manos
los cubiertos. Las raciones de queso, chorizo, lomo, tortilla y
morcilla son las más demandadas. Igual que la sopa castellana y
el lechazo. Es recomendable reservar mesa.
Nuestra última parada nos llevará hasta Carrión
de los Condes (Palencia), a tan sólo seis
kilómetros. Cuna del Marqués de Santillana, en su momento fue la
localidad con más esplendor de Tierra de Campos.
Entre sus templos, despunta el de Santiago,
con una destacada portada en la que sobresale el Pantocrátor
románico del siglo XII, rodeado del apostolado.
Pero si se puediese elegir el edificio más
emblemático de este enclave palentino, ése sin duda sería el
Monasterio de San Zoilo. En la actualidad funciona como
alojamiento hotelero y es una buena elección si se quiere
descansar al final de la ruta como un auténtico rey.