En esta ocasión os proponemos una ruta motera de
poco más de 160 kilómetros por rincones catalanes que suman
historia y arquitectura a cultura, gastronomía, tradición y
patrimonio. Pese a que La Ruta del Cister la componen tres
monasterios, vamos a centrarnos en los dos más populares, Poblet
y Santes
Creus,
ambos ubicados en la provincia de Tarragona.
Precisamente, su capital y sus ruinas son el
punto de partida en el que se inicia tan especial viaje al
pasado. Tarraco o ruinas romanas de Tarragona, declaradas por la
Unesco Patrimonio de la Humanidad en el año 2000, fue el
asentamiento romano más importante fuera de la península
itálica.
Antes de lanzarnos a descubrir los misterios
que encierra esta ruta, hay un rincón de Tarragona que no debéis
pasar por alto: las preciosas vistas que se atisban desde el
anfiteatro y que le han valido su reconocimiento como El
balcón del Mediterráneo.
De Tarragona a nuestro primer destino, Poblet, distan unos 40
kilómetros escasos. Una distancia muy corta que se podría
recorrer sin paradas si no fuera porque a medio camino se halla
la bonita localidad de Prades,
que bien merece un alto en el camino.
Conocida popularmente como La Villa Roja por el color rojizo de
sus edificios, para disfrutarla como se merece es necesario
aparcar la motocicleta y pasear por sus tranquilas calles y
tomar un refresco en una de las terrazas de la Plaza Mayor.
Con los ojos bien abiertos
La aventura continúa dirección Poblet por la TV-7041.Una
carretera no apta para moteros con poca experiencia salpicada de
curvas a izquierda y derechas.
20 kilómetros más tarde llegamos a nuestro destino, el mayor de
los tres monasterios que componen La Ruta del Cister. Su
conjunto monumental de líneas sobrias y serenas fue declarado en
1991 Patrimonio de la Humanidad.
En la actualidad, las paredes del Monasterio
de Poblet, antaño el panteón real de la Corona de Aragón, siguen
albergando una comunidad de monjes. Puede visitarse de lunes a
sábado de 10 a 12.40 horas y de 15 a 17.25 horas.
El motor de la motocicleta vuelve a ronronear pidiendo más
kilómetros, así que sin más espera nos lanzamos hasta nuestro
siguiente objetivo, el Monasterio de Santes Creus.
Para llegar a él, recorremos unos 20
kilómetros por la AP2 y posteriormente enlazamos con la comarcal
C-51. Este último, un tramo corto pero apasionante para aquellos
moteros que gustan de conducir por carreteras sin demasiado
tráfico.
En estado puro
El Monasterio de Santes Creus sigue las estrictas
exigencias arquitectónicas de la Orden y es el único de La Ruta
del Cister que no tiene vida monástica.
El núcleo principal del complejo lo forman
las tres piezas básicas de la vida monástica: la iglesia, el
claustro adosado a ella y la sala capitular. Se agregan el
refectorio, el locutorio, la sala de los monjes o scriptorium y,
en una segunda planta, el dormitorio común.
El monasterio puede visitarse del 1 de octubre al 31 de mayo en
horario de 10.00 a 17.00 horas, y del 1 de junio al 30 de
septiembre, de 10.00 a 18.30 horas. Se puede adquirir un ticket
por 9 euros en cualquiera de ellos que da derecho a visitar los
tres monasterios.
Tras semejante ruta cultural, es fácil que se nos abra el
apetito. Por ello, recomendamos recorrer los 45 kilómetros que
nos separan de Tarragona y degustar en un bonito espacio junto a
la catedral una imaginativa propuesta culinaria.
La cita es en el restaurante
Aq, distinguido con un sol Repsol. El Falso
ravioli de gamba al ajillo y el timbal de steak tartar
con berenjena y foie-gras, maracuyá, yogur y melón son algunos
de sus platos estrella.