Primera mañana
10.00 h - En el corazón
Empezamos nuestra ruta santanderina por
el mismo corazón de la ciudad. Y no hay nada mejor que
acercarnos al Mercado
de la Esperanza para
tomar la temperatura de su actividad diaria. Este mercado de
abastos –que encontraremos en la Plaza de la
Esperanza, frente a la iglesia
de San Francisco–
es un edificio modernista, construido a principios del siglo
xx sobre los restos de un antiguo convento franciscano.
Merecerá la pena fijarnos en la fachada de piedra
recién restaurada y en el pescado fresco que ofrecen en
algunos de los 166 puestos que hay en su interior. En la
plaza que rodea el mercado, también hay otros puestos
11.30 h - Rumbo al mar
Dejamos momentáneamente el centro
para encaminarnos hacia la auténtica esencia de Santander:
el mar. Y lo haremos bajando a pie hasta el amplio, elegante
y refinado Paseo de la Pereda (antigua zona de
muelles mercantiles), y siguiendo por la calle de Castelar,
donde podremos contemplar las casas repletas de miradores,
balcones y mansardas, que dan a esta calle un toque
especial.
Seguimos paseando y, casi sin darnos
cuenta, llegaremos al Paseo Marítimo y a la playa
del Sardinero,
sin duda el lugar más representativo de la ciudad. Aquí se
hacen competiciones de surf, voleibol, palas, fútbol, etc.
También ha sido el antiguo lugar de veraneo de personajes
ilustres, como la reina Isabel II o Amadeo de Saboya.
Dejarse llevar y disfrutar del ambiente familiar que le dan
las terrazas, las cafeterías o los que hacen esculturas de
arena a pie de playa,
será lo mejor.
Es imprescindible acercarnos al Gran
Casino de Santander (Plaza
de Italia s/n), lugar en el que se rodaron algunas de las
escenas finales de la mítica Airbag, de Juanma Bajo Ulloa.
Su terraza exterior es todo un lujo y permite tener unas
privilegiadas vistas del Sardinero. ¡Quizá esta sea una
buena excusa para tomarnos un vermú si nos apetece!
Primera tarde
14.00 h - Banquete con vistas
El paseo ha sido largo, las piernas
se resienten y se nos ha hecho la hora de comer. Ya que
estamos en el Sardinero, qué menos que buscar mesa en el
restaurante del Hotel
Chiqui (Av.
García Lago, 9). Si somos tan afortunados de encontrar
sitio, degustaremos una excelente cocina de vanguardia (el
mejillón en vinagreta con salsa rosa y chupito de gazpacho,
o la patata rellena de marisco con cocochas al pilpil son
irresistibles), mientras disfrutamos de unas maravillosas
vitas a la playa. Será un plan inmejorable, sobre todo
si tenemos un día de soleado.
16.30 h - De relax
Después de haber comido bien y sin
prisas, abandonaremos el Hotel Chiqui y nos dirigiremos
aproximadamente a la mitad del Paseo Marítimo, donde se
encuentran los Jardines de Piquío. Desde su mirador,
situado bajo una pérgola, hay unas vistas increíbles de toda
la bahía. A la derecha, se puede ver todo el Paseo Marítimo,
el Casino y, al fondo, la Isla de Mouro y la península de
la Magdalena. A la izquierda podremos contemplar la
continuación del paseo y, al final del mismo, el campo
de golf de Santander.
Ojo con tanto relax, que es la hora de la siesta y este es
un lugar espléndido para cerrar los ojos al sol sentado en
un banco. ¡Y queda mucho por ver!
18.00 h - De plaza en plaza
Abandonamos la calma y deshacemos el
camino para volver al centro (cogemos la Avenida de la Reina
Victoria y continuamos por la calle Castelar y el Paseo de
la Pereda) para sumergirnos en el bullicio de la
tarde santanderina.
La Plaza Velarde, más conocida como la
Plaza Porticada, es la más animada de la ciudad. En ella se
encuentran los edificios más importantes –como el de la
delegación del Gobierno cántabro– y acoge restos romanos y
de la muralla del siglo xiii en uno de sus extremos. A unos
cien metros, se encuentran la plaza del Ayuntamiento
(con su farola de las Cuatro Estaciones) y la catedral
gótica de Nuestra
Señora de la Asunción,
curiosa por ser el resultado de la unión de dos
iglesias adosadas.
En los alrededores de esta
zona, encontraremos tiendas especializadas en un comercio de
calidad y propio de la ciudad, con establecimientos
tradicionales dedicados a ropa, muebles, joyas, artículos
del sector náutico, etc. También encontraremos los locales
comerciales de ropa de las marcas de moda más conocidas
(Ángel Schlesser, Adolfo Domínguez, Lacoste…) y
establecimientos dedicados a la imagen y al cuidado
personal. Aquí podremos encontrar un poco de
todo, suficiente para pasar una tarde de lo más distraída.
Tampoco faltan en esta zona las cafeterías. Una de las más
conocidas es la Cafetería Central, ideal para hacer un alto
en el camino y tomarnos un cafecito.
20.30 h - A cenar
Remataremos este día completo con una
buena cena y una copa. Si queremos cenar en la zona cercana
al ayuntamiento, podríamos ir al Restaurante
Cañadío (galardonado
con un sol de Repsol) (Gómez Oreña, 15), un local moderno
donde Paco Quirós nos dejará maravillados con su excepcional
cocina de mercado. También podemos caminar diez minutos en
dirección al puerto y probar en la marisquería Los
Peñucas (Marqués
de la Ensenada, 32), que regentan los padres del famoso
futbolista cántabro Iván de la Peña.
Para los amantes del buen marisco, hay
que remarcar que las cigalas y los bogavantes que sirven son
para llorar de emoción.Y para acabar la noche, vayamos hasta
la zona de la Plaza de Cañadío –si hemos cenado en
el restaurante que lleva el mismo nombre, no hará falta que
nos movamos–. Aquí los bares suelen cerrar hacia las 3,
salvo excepciones como el Rockambole, en la calle Hernán
Cortés, o el Indian, en Casimiro Sainz.
Si preferimos un ambiente más refinado,
siempre podemos volver al Gran
Casino.
Allí disponen de una sala de juegos tan espectacular como
las vistas que hay desde la terraza.
Segunda
Mañana
9.30
h - De excursión
Segundo y último
día en Santander, y aún hay más cosas por ver y hacer.
Empezamos por recorrer los casi seis kilómetros en
dirección oeste que separan el centro de la ciudad de San
Román de La Llanilla, para visitar la playa y la ermita
de la Virgen,
las cuales están unidas gracias a un puente peatonal. Este
rincón maravilloso es muy conocido por los santanderinos
pero no por los visitantes ocasionales, así que merecerá la
pena ir hasta allí si queremos descubrir la
verdadera Santander.
En la ermita se
custodia la imagen de la Virgen del Mar, que cada año por
su festividad se traslada temporalmente en procesión desde
la isla hasta la catedral. Es un lugar maravilloso para
respirar un poco de paz y darnos un chapuzón si tenemos la
suerte de ir en verano.
12.00 h -
El faro
No dejamos el mar y
nos desplazamos hasta uno de los símbolos de la ciudad: el
faro de Cabo Mayor,
situado al norte de las playas del Sardinero, en la Avenida
Faro s/n. Este faro, que también fue un fortín, fue el
primero de los construidos por el gobierno de Isabel II, en
1839, al desarrollar el primer Plan de Alumbrado Marítimo.
Está constituido por una impresionante torre cilíndrica de
30 m con revestimiento de piedra. En sus comienzos, el faro
utilizaba aceite vegetal para alumbrar, pero fue el primero
en utilizar petróleo, en 1877. En su interior, encontraremos
el Centro de Arte Faro de Cabo Mayor, que reúne
una colección de obras de arte y de objetos relacionados con
el mar. Es curioso y bien merece una visita.
Por otro lado,
la panorámica desde el cabo es realmente impresionante y, si
la visibilidad es buena, veremos el bullicio de las terrazas
del Paseo Marítimo y hasta la gente bañándose en la playa.
Contemplar los acantilados y la fuerza del Cantábrico desde
este faro es una experiencia que no podemos perdernos.
Segunda
Tarde
14.00
h - Stop gastronómico
Se acerca la hora
de comer y será bueno buscar un lugar para reponer fuerzas y
encarar la última etapa de nuestro viaje. Así que
bajemos hasta el Paseo Marítimo y caminemos hasta encontrar
la Plaza del Doctor Fleming (a cien metros del estadio de
fútbol donde juega el Racing de Santander) para meternos en
La Sardina de Plata. Situado junto a la playa, dispone de
aparcamiento para clientes y basa su carta en lo mejor de la
cocina marinera tradicional.
Sus fritos del mar
gratinados son especialmente recomendables.Otra opción sería
volver al centro por la Avenida de la Reina Victoria hasta
Castelar, donde, en el número 19, encontramos
el restaurante La
Posada del Mar,
una excelente alternativa para bolsillos más holgados.
16.00 h -
Rinconcito playero
Después de comer,
podríamos acercarnos a la Playa del Camello, situada en el
lado izquierdo del Palacio de la Magdalena, cerca del inicio
de la primera playa del Sardinero. Es pequeña pero bonita y
fuera de temporada es ideal para ir a relajarse y observar
la roca con forma de camello que se ve cuando la marea está
baja (y que da nombre a la playa). Esta es una playa que
suele gustar especialmente a los más pequeños, ya que el
agua rompe con fuerza en la orilla y suele haber buenas
olas. Además es bastante frecuente encontrar estrellas de
mar.
Incluso hay una
zona reservada para jugar a las palas ya que, en esta playa,
es casi un deporte oficial. Vayamos en verano o en invierno,
disfrutar un rato de ella nos vendrá de lujo para
ir pensando en nuestra última etapa del viaje, localizada
justo al lado de este rincón de mar.
18.00 h -
La última joya
Nos despediremos de
esta preciosa ciudad visitando una de sus joyas
indiscutibles: El
Palacio de la Magdalena,
situado al sur del Sardinero,
en la península de la Magdalena, fue construido entre 1909 y
1911 con el fin de albergar a la familia real española. De
hecho, Alfonso XIII lo convirtió en su residencia de verano
hasta la proclamación de la II República. Su ubicación y
entorno (completamente rodeado de vegetación) es
una auténtica maravilla y no visitarlo sería un pecado.
El edificio,
esbelto y elegante, tiene dos entradas principales: una al
norte, con pórtico, y otra en la fachada meridional,
con escalinata. En su interior, cabe destacar la escalera
principal y sus dependencias, entre las que sobresale un
salón de estilo Adam.
También podremos
ver una colección de muebles, fotografías y cuadros de la
época en que fue residencia real. Entre las obras
pictóricas, cabe destacar los cuadros de maestros como Sorolla
o Sotomayor. Desde 1932, es la sede de los cursos de verano
de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Es un
lugar especial, digno de ser considerado uno de los más
hermosos de toda España.