El Azoguejo y su entorno
Comenzamos en el Centro de Recepción de Visitantes en
la Plaza del Azoguejo, el antiguo zoco pequeño (tel.: 921 466 720;
abierto de lunes a domingo de 10 a 19 h, y los sábados de 10 a 20 h). Si
tenemos alguna duda, este es el sitio ideal para disiparla antes de
emprender la marcha.
Iniciamos el camino a la sombra del Acueducto,
construido por los romanos entre finales del siglo I y principios del II.
Tiene una longitud de 15 kilómetros y trae agua de la Sierra de
Guadarrama.
Lo sorprendente, y que aún supone un enigma para la
ingeniería moderna, es que sus 166 arcos están construidos sin ningún
tipo de argamasa o cemento (los sillares de piedra están encajados 'a
hueso'). El acueducto llega a su punto más alto precisamente en esta
plaza: 28,10 metros de altura.
Cruzamos los muros
A la derecha del Centro de Visitantes, enfilamos hacia
el primer tramo de la calle Real, conocido como calle Cervantes. Lo
curioso es que la calle Real no existe oficialmente (es el sobrenombre
que da los segovianos a la vía que forman la calle Cervantes con las de
Juan Bravo e Isabel la Católica).
Seguimos 300 metros hasta que se abre a la derecha una
plaza triangular, la Plaza de Medina del Campo (unida por unas
escalinatas con la Plazuela de San Martín).
Los segovianos la conocen como la Plaza de las
Sirenas, seres de la mitología clásica que eran mitad mujer y mitad ave,
como se aprecia todavía en algún capitel en la misma plaza. Aquí se
encuentra el Torreón de Lozoya (siglos XIV-XV), que es ahora la moderna
Sala de Exposiciones de Caja Segovia.
La Judería y sus sinagogas
Regresamos a la calle Juan Bravo y andamos 200 metros
hasta la Plaza del Corpus, puerta de la antigua Judería. Si tomamos la
calle del Sol, a la izquierda, y volvemos a girar a la izquierda por una
angosta callejuela, llegaremos a la entrada del Convento de Corpus
Christi, actualmente regentado por las monjas Clarisas.
Hasta 1410 fue la Sinagoga Mayor de Segovia, la más
grande de las cinco que había. (Se puede visitar de miércoles a domingo,
de 10 a 14 horas). Estamos de nuevo en la calle del Sol y ahora giramos
hacia la izquierda. Andamos otros cinco minutos hasta el Centro
Didáctico de la Judería.
Este centro ocupa la Casa de Andrés Laguna, que antes
fue conocida por el nombre de su primer propietario, Abraham Senneor,
judío que llegó a ser contable de los Reyes Católicos. Es el sitio
indicado para saber todo sobre la judería segoviana. La Judería Vieja
desemboca en la Calle de Martínez Campos. A 500 metros alcanzamos la
Plaza del Socorro y la Puerta de San Andrés. En su interior hay un
espacio informativo sobre la Judería.
A la salida, tomamos a la izquierda la Calle del
Socorro, que sigue la muralla hacia la izquierda. Así llegaremos, 200
metros después, a la Casa del Sol, antiguo matadero que sale citado en
el Buscón de Quevedo. Hoy es la sede del Museo Provincial (abierto de
martes a sábados de 10 a 14 h y de 17 a 20 h, domingos y festivos de 10
a 14 h).
Mediodía y almuerzo en la Plaza Mayor
Regresamos por las calles de Socorro y Martínez Campos
hasta coger, a la izquierda, la calle de San Frutos, que rodea el ábside
de la catedral. Estamos en la Plaza Mayor, corazón de la ciudad. Este
espacio vio modificado su aspecto original a causa del hundimiento en
1523 de la Iglesia de San Miguel, donde Isabel de Castilla fue
proclamada reina.
El templo fue reubicado en uno de los laterales de la
plaza, cediendo buena parte del protagonismo arquitectónico al
Ayuntamiento. Liberada del tráfico, el lugar es perfecto para sentarse a
tomar un aperitivo en alguna de sus terrazas y así poder contemplar la
catedral.
En el entorno de la plaza se encuentran algunos de los
mejores restaurantes de la ciudad. La Taurina es una auténtica casa de
comidas, donde predominan el cochinillo y el cordero.
La Concepción, galardonado con un Sol Repsol es un
clásico. Punto de reunión tradicional de bohemios y artistas, en el que
sus tapas son especialmente recomendables; aunque su cocina es, ante
todo, moderna y original.
La Catedral, epicentro de la Semana Santa
Regresamos a Marqués del Arco y giramos a la izquierda
para llegar a la plaza que da entrada a la Catedral de Nuestra Señora de
la Asunción y de San Frutos (abierta de 9 a 18.30 horas). Construida
entre 1525 y 1577, reemplazó al templo románico semidestruido durante
las guerras de las comunidades.
Es, junto a la catedral nueva de Salamanca, la muestra
más tardía de la arquitectura gótica española. Su figura destaca por la
presencia de su torre de casi 90 metros de alto. En el interior se
conservan varios sitiales góticos de la catedral vieja. Pero lo más
llamativo es el retablo de José de Churriguera para la Capilla del
Santísimo Sacramento.
La catedral es el epicentro de la Semana Santa
segoviana, el destino final de buena parte de las procesiones que se
celebra en la ciudad con profunda devoción. También es el punto de
partida de la famosa Procesión de los Pasos del Viernes Santo. Durante
estos días, Segovia está repleta de feligreses de gente que abarrota las
estrechas calles del centro.
Subida al Alcázar
Nuestra ruta nos devuelve a la calle. Tomamos la de
Daoiz a la izquierda, en dirección hacia el Alcázar. Primero, a la
izquierda, pasaremos por la Plaza de la Merced. Es un pequeño espacio
verde dentro de un laberinto de calles que invita al descanso.
En el número 1 se sitúa una curiosa tienda y galería
de arte: Montón de trigo montón de paja. Recoge el testigo un local que,
en los años 70, recuperó la cerámica tradicional castellana. Ahora
presenta exposiciones de pintura y colecciones de bolsos y joyería.
Seguimos por la calle Daoiz los últimos 500 metros
hasta los jardines de la Plaza de la Reina Victoria Eugenia. Estamos en
la entrada al Alcázar (abierto de abril a septiembre de 10 a 19 horas),
que domina el curso del río Eresma y que comenzó a construirse en el
siglo XI sobre los restos de un campamento romano.
Está articulado alrededor de dos espacios: el Patio de
Armas y el Patio del Reloj. Se puede visitar en casi su totalidad, pero
lo mejor son sus vistas privilegiadas sobre la campiña y el casco
histórico.
Paseo y parada en el Mesón de Cándido
Se acerca la puesta del sol y debemos desandar
nuestros pasos volviendo a la plaza del Azoguejo. Es un recorrido de
algo más de un kilómetro por calles conocidas.
De paso, podemos ir abriendo el apetito porque
proponemos una cena en el restaurante más famoso de Segovia: Mesón de
Cándido, con un Sol Respol, donde degustaremos el típico cochinillo
asado y cortado al plato (se hace así para demostrar que su carne está
tremendamente tierna).
El Mesón ocupa el mismo edificio desde 1786, cuando
comenzó a funcionar una taberna en su planta baja. Como punto final a
nuestra primera jornada, podemos acercarnos a una de las muchas terrazas
nocturnas de la Plaza Mayor. Si tenemos suerte puede que haya un
espectáculo de nuestro agrado en el Teatro Juan Bravo, que ocupa uno de
los laterales.
También podemos conocer el ambiente nocturno de las
zonas más bulliciosas de la ciudad, como el barrio de San Millán, bajo
el acueducto, o el Paseo del Salón de Isabel II, al pie de la muralla.
Segunda mañana: El románico segoviano
Comenzamos de nuevo en la Plaza del Azoguejo. Tomamos,
a la izquierda, la Avenida de Fernández Ladreda. Es un trayecto de unos
500 metros que nos lleva al templo que da nombre al barrio, la Iglesia
de San Millán. Construida en el siglo XII sobre los restos de un templo
mozárabe, es la iglesia más representativa del románico segoviano. En
verano y en Semana Santa hay visitas guiadas gratuitas. Cruzamos la
avenida y giramos a la derecha por la calle Severo Ochoa. Subimos las
escalinatas y continuamos 200 metros por Hilanderas hasta la Academia de
Artillería (que ocupa el antiguo Convento de San Francisco). Giramos a
la izquierda por San Francisco y, una vez pasada la Academia, seguimos a
la derecha por la Calle del Pintor Montalvo. Pasamos por debajo del
Acueducto, hasta la Plaza de Día Sanz. Ahora nos dirigiremos hacia la
derecha, por la calle de San Alfonso Rodríguez, que desemboca 60 metros
después en la Plaza del Salvador, donde se levanta la parroquia homónima
del siglo XII. Justo enfrente, por la calle Santa, alcanzamos la Iglesia
de San Justo.
La huella de los Zuloagas
Giramos por la Avenida del Padre Claret hasta la Plaza
de la Artillería, de nuevo a la sombra del acueducto. Subimos por la
calle de San Juan y, a la izquierda, encontraremos la Plaza del Conde de
Cheste, que dejamos atrás.
Seguimos por la calle del Taray y a 100 metros
divisamos ya la iglesia románica de San Juan de los Caballeros. Original
del siglo XII, fue comprada en el siglo XIX por la familia Zuloaga. Es
la actual sede del Museo Zuloaga (abierto de martes a sábados de 10 a 14
horas y de 17 a 19 horas, domingos de 10 a 14 horas).
Las obras de Daniel e Ignacio Zuloaga ocupan sólo una
parte de la iglesia, que puede ser visitada con tranquilidad.
Por el barrio de los Caballeros
Bajamos por el callejón de Los Zuloagas hasta San
Agustín. Giramos primero a la derecha y después a la izquierda, por
Martín Higuera y Eulogio Martín, hasta la Plaza del Seminario. Seguimos
50 metros a la derecha y llegamos a la Plaza de las Bellas Artes.
En este espacio se encuentra el Museo de Arte
Contemporáneo Esteban Vicente. Está consagrado a la obra del artista que
le da nombre, pero también acoge interesantísimas exposiciones
temporales. Terminada la visita, salimos a la derecha y giramos por la
calle Arias Dávila hasta la Plaza de los Huertos.
Nos llamará la atención el imponente torreón de Arias
Dávila, edificación del siglo XV. Acto seguido, proseguimos a la
izquierda por la prolongación de la calle Colón hasta alcanzar, en menos
de diez minutos, la plaza Rubia y la calle Cronista Lecea, donde nos
detendremos a comer.
Una alternativa gastronómica
El establecimiento elegido es el Restaurante José
María, otro de los emporios de la cocina segoviana, galardonado con un
Sol Repsol.
En este mesón podremos degustar también el clásico
cochinillo o rendirnos ante su delicioso lechazo. Todo acompañado de un
buen ponche de la tierra. Si el día acompaña, podemos ir a tomar el café
a alguna de las terrazas de la Plaza Mayor.
Recorriendo las Canonjías
una pequeña travesía hasta la calle Trinidad. Dejamos
atrás el Palacio del Conde Mansilla. Llegamos a la Plaza de la Trinidad,
presidida por la iglesia del mismo nombre del siglo XII. Justo al otro
lado de la plaza está la Torre de Hércules, otra construcción medieval
defensiva que ahora forma parte del convento de Santo Domingo de Guzmán.
Dejando a mano izquierda la Torre de Hércules, tomamos
a la derecha la escalinata que nos conduce hasta la Plaza de San
Nicolás. En la iglesia del mismo nombre podemos disfrutar de frescos
góticos. Alberga la Escuela Taller Municipal de Teatro. Si giramos a la
derecha por la calle de San Quirce, contemplamos otros dos edificios
singulares enfrentándose.
De un lado la Basílica de San Quirce, otro exponente
más del románico (siglos XII-XIII). Hoy es la sede de la Real Academia
de Historia y Arte de San Quirce. Del otro, el Antiguo Convento de los
Capuchinos (siglo XVII), ocupado por las Madres Oblatas hasta 1996.
Tapeo y compras
Estamos en la zona alta de la ciudad y a partir de
aquí iniciamos el descenso. Lo hacemos por la calle Capuchinos hasta la
Plaza del Potro. Giramos a la derecha y salimos a la Plaza Mayor por un
lateral del Teatro Juan Bravo. Ahora tenemos dos opciones.
Una idea es tomar unas buenas tapas en alguno de los
mejores locales de la Plaza, mientras disfrutamos de un agradable
atardecer en Segovia. Una apuesta ganadora es el Bar José. Pero el
tiempo de nuestra visita se agota, así que también podemos aprovechar
para ver las tiendas de las calles de Isabel la Católica y Juan Bravo
(los dos tramos superiores de la Calle Real, que no habíamos visitado
por falta de tiempo) para comprar alguna pieza de artesanía local, por
ejemplo.
Concluiremos la jornada con una demostración enológica
en el Restaurante Di-Vino, recomendado por la Guía Repsol. Para llegar a
él, si estamos en la zona de la Plaza Mayor, tendremos que salir a la
Plaza del Potro, a la izquierda del Ayuntamiento. Valdeláguila está a la
izquierda, a dos minutos.
Lucio del Campo, galardonado con el premio Nariz de
Oro, nos ofrece sin movernos de la barra una variada carta de vinos.
También podemos probar la 'carta bodeguita', un menú informal que nos
dejará más que satisfechos.
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